martes, 27 de septiembre de 2016

El largo camino hacia la paz

Fernando Gerbasi

Después de 52 años de guerra que se tradujeron en 260.000 muertos, 45.000 desaparecidos y 6,9 millones de desplazados, el gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC-EP, la más importante que ha existido en ese país, firmaron el 26 de septiembre de 2016 el Acuerdo de Paz.

Gobiernos anteriores al de Santos emprendieron, con mayor o menor éxito,  procesos de paz en la búsqueda de soluciones al conflicto armado y dejaron experiencias que fueron de gran utilidad para alcanzar este Acuerdo.

Julio César Turbay Ayala (1978 – 1982), dictó  a finales de su gobierno la primera Ley de Amnistía, pero como no fue el resultado de un proceso de diálogo y negociación la guerrilla la rechazó.

Belisario Betancur suscribió, el 28 de mayo de 1984, los Acuerdos de la Uribe, que llevaron a un cese al fuego inmediato por parte de las FARC y a la incorporación de muchos de sus miembros a la Unión Patriótica, que luego participaron en las elecciones de 1986, obteniendo 5 senadores, 9 representantes a la Cámara, 351 concejales y 23 alcaldes. Lamentablemente alrededor de 3.000 miembros de la Unión Patriótica fueron asesinados. Esto fue un importante retroceso.

Virgilio Barco negoció con éxito la desmovilización del M-19, en marzo de 1.990, y en mayo la de la mayoría del Ejercito Popular de Liberación (EPL). Por su parte, César Gaviria, en mayo de 1.991, logró la desmovilización del movimiento indígena guerrillero Quintín Lame. Además, a raíz de la toma de la sede de la Embajada de Venezuela en Bogotá el 1º de mayo de 1991, para presionar una negociación, por parte de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, que además de las FARC la integraban el ELN y la disidencia del EPL, se iniciaron el 3 de junio de 1991, los Diálogos de Caracas, que luego de tres meses fueron trasladados a Tlaxcala, en México, donde rápidamente fracasaron. Lo que había comenzado mal debía terminar mal.

Durante el gobierno de Ernesto Samper (1994 - 1998) el proceso más destacado fue con el ELN y el EPL, en las llamadas conversaciones de Maguncia, en Alemania. En julio de 1998 se firmó el famoso acuerdo de Puerta del Cielo, en la ciudad de Maguncia, que contemplaba el desarrollo de una Convención Nacional, como espacio para la solución de los problemas sociales y políticos de Colombia. Dicho proceso se quedó en buenas intenciones, como consecuencia de la  precariedad intrínseca del gobierno Samper.

El proceso llevado a cabo por Andrés Pastrana (1998 - 2002), en San Vicente del Caguán, fue quizás el mas importante de todos y tuvo lugar  del 7 de febrero de 1999 al 20 de febrero de 2002. Estos diálogos abortaron esencialmente porque las FARC-EP creían que aún era posible una victoria militar y aprovecharon las facilidades dadas en la famosa zona de distensión para secuestrar, asesinar,  importar armamentos, exportar drogas y mejorar su equipamiento militar.

El gobierno de Álvaro Uribe quiso negociar  en los esténtores de su mandato, razón por la cual las FARC-EP rechazaron la propuesta y sugirieron que esas conversaciones de paz tuvieran lugar con el nuevo presidente. No cabe duda que Uribe, quien logró a través de su ministro de defensa, Juan Manuel Santos, grandes triunfos militares no comprendió oportunamente que podía iniciar favorablemente un proceso negociador. No supo interpretar que ya había conseguido un cambio drástico en la correlación de fuerzas en lo militar y en lo político, con relación a las FARC-EP;  que el marco geopolítico regional había  cambiado pues las fuerzas de izquierda de América Latina, llegaban al poder  por la vía electoral; que tanto a nivel regional como internacional, los gobiernos y la opinión pública eran favorables a una negociación para ponerle fin a un conflicto ya extemporáneo y finalmente, que encontraba en Fidel Castro y Hugo Chávez aliados favorables a una negociación.

Juan Manuel Santos si comprendió esta nueva realidad. Por ello,  a los pocos días de tomar posesión del cargo de presidente de la República de Colombia, comenzó, tal como lo confesara posteriormente, a escrutar las posibilidades de entablar conversaciones de paz con las FARC-EP. Acompañados por los gobiernos de Cuba y Noruega, representantes del gobierno colombiano mantuvieron conversaciones exploratorias con las FARC durante año y medio, lo que permitió suscribir, el 26 de agosto de 2012, el “Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”, que sentó las bases para las conversaciones que tuvieron lugar en La Habana durante 1.459 días, es decir cuatro años menos 1 día  pues concluyeron el 25 de agosto de 2016.

El Acuerdo para la Paz es muy largo, 279 páginas, complejo, amplio y difícil de comprender pero sigue la hoja de ruta que se trazaron los negociadores en La Habana en agosto de 2012. Por ello sus temas fundamentales, de manera muy apretada,  son, una propuesta integral de desarrollo rural tras reconocer que el conflicto armado encuentra su razón de ser en lo relativo a la tenencia de la tierra. La participación política de la nueva oposición a través de una apertura democrática que fortalezca el pluralismo. El fin del conflicto armado lo que persigue construir es el ejercicio de la política sin armas como consecuencia de una convivencia civilizada. En materia de narcotráfico las partes se comprometen en una solución conjunta e integral. En relación a las víctimas del conflicto lo que se pretende es la reconciliación nacional sin que exista impunidad; es aquí donde entra en juego la justicia transicional, que tanta discusión ha generado pero muy necesaria en los post conflictos armados. Finalmente, está lo relativo a la implementación, verificación y refrendación del Acuerdo, que sólo tendrá validez en la medida en que el pueblo colombiano vote sí a favor del Acuerdo el 2 de octubre próximo.

El Acuerdo que se acaba de firmar no es la panacea ni resuelve todos los problemas de un día para otro. Es el inicio de un proceso en el que debe prevalecer la buen fe de las partes, la voluntad de cambio y la búsqueda de una cultura para la paz que penetre en todas las capas de la sociedad. Su puesta en práctica tomará años, posiblemente décadas y será el esfuerzo de generaciones convencidas que solo a través de la paz podrán progresar, generar un país mas igualitario, con políticas sociales de amplio espectro y alcance. En fin, hacer de Colombia un país más prospero de lo que es hoy en día y con un mayor peso internacional.

Es por todo eso que los colombianos apoyarán el Acuerdo con su voto el día 2 de octubre, porque ante todo están convencidos que hay que darle una oportunidad a la paz.

No habrá otra oportunidad.


27 de septiembre de 2016.


Sígueme en @fernandogerbasi

Publicado en: www.elcorreodelorinoco.com 

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Un falso dilema

Fernando Gerbasi


No deja de llamar la atención la polémica que desde hace un tiempo se ha generado, particularmente en las redes sociales,  entre venezolanos residentes en Venezuela y otros residentes en el extranjero. Los primeros, aduciendo constantemente razones para no dejar el país y los segundos explicando por qué lo han hecho. En verdad, no hay nada que explicar, cada quien vive sus propias circunstancias que son las que los han llevado a tomar una u otra decisión.

Debemos comprender, eso si, que nuestro país no es lo que fue y no se sabe cómo será en un futuro próximo. La hecatombe chavista, cúmulo de políticas erradas a lo largo de los años signadas por querer imponer un pensamiento ideológico único a la población, deja y dejará una profunda huella negativa que tardaremos muchos años, y quizás algunas generaciones, en borrar de la faz de nuestra tierra. Es en esta hecatombe donde encontramos el fundamento de ese falso dilema.

De conformidad con algunos estudios realizados los venezolanos que han dejado el país durante los últimos 17 años pudieran estar en 1.650.000, mientras que otros los sitúan en 1.800.000. Tomar una u otra cifra solo nos lleva a la conclusión que el número de venezolanos emigrantes es enorme pues esa, la de migrar, nunca fue la actitud del venezolano. Todo lo contrario, siempre fuimos reconocidos como un país de fronteras abiertas receptor de inmigrantes, de ahí la presencia casi histórica de italianos que se hizo más evidente después de la segunda guerra mundial, al igual que la de los españoles y portugueses. A partir de los años setenta fueron llegando  varios millones de colombianos, conjuntamente con chilenos, ecuatorianos, haitianos, cubanos y de otros países latinoamericanos. No hay que olvidar que como rasgo importante de nuestra idiosincrasia hemos sido siempre partidarios a recibir nacionales de países que estaban bajo la bota militar de las dictaduras, en particular las de los años setenta del Cono Sur. Cuántos miles de argentinos y chilenos no encontraron refugio en Venezuela durante las dictaduras militares de Argentina y de Pinochet en Chile?

El 1º de septiembre marcó un hito en la historia venezolana con la Toma de Caracas. Un millón o más de caraqueños, pero también venezolanos de otras latitudes, se lanzaron a la calle a manifestar su voluntad para que tenga lugar este año el Referendo Revocatorio de Nicolás Maduro como presidente de la república. Pero también manifestaron para expresar su profundo descontento por la critica situación en la que viven como consecuencia de la escasez de alimentos, de medicinas, o por la elevada inseguridad que impone día a día un toque de queda voluntario, o por la galopante inflación que hace que los sueldos y salarios no permitan llegar a fin de mes o que en las mesas de muchos hogares no se sienten a comer sino una o dos veces al día.

Los venezolanos radicados en otros países[1] también se manifestaron en apoyo a la realización del RR16. Pero también lo hicieron para exigir que los estudiantes puedan recibir sus dineros para continuar sus estudios y puedan costearse su manutención; para que los pensionados del IVSS, que tienen todo el año 2016 o más sin cobrar reciban lo que les corresponde y que es fruto de años de trabajo y cotización; para que los jubilados cobren  sus jubilaciones; para que puedan enviarle medicinas  a sus familiares que las requieren; en fin,  para que los venezolanos, en general, puedan vivir en libertad y democracia.

No comprender que el venezolano en Venezuela o en el extranjero vive con la misma intensidad la crisis por la que atravesamos es no conocer nuestro carácter. Ningún venezolano se siente ajeno a lo que ocurre en el suelo patrio, por ello, esté donde esté, manifiesta su repudio al régimen y exige el derecho que la Constitución le da  de revocar a Maduro en al año 2016.

Dejémonos de falsos dilemas  y tengamos presente que quienes dejaron  el país lo hicieron porque se vieron  obligados o porque las circunstancias personales se lo impusieron.

Sígueme en @fernandogerbasi

Publicado en: www.elcorreodelorinoco



[1] En las siguientes ciudades según informaciones recabadas: Quito, San Francisco, Houston, Washington D.C., Roma, Río de Janeiro, Miami, Santiago de Chile, Panamá, Milano, Paris, Bogotá, Tenerife, Gran Canaria, Charlotte N.C., Atlanta, Austin, Ámsterdam, Denver, Londres, Barcelona, México D.F. y Madrid. Y con toda seguridad en muchas otras ciudades más sobre las que no se dio información.