jueves, 9 de febrero de 2017

Declaración del Grupo Ávila sobre la situación nacional

La grave crisis que agobia a Venezuela, en lugar de encaminarse a una solución perentoria, se acentúa. La delicada situación económica-financiera se empeora con el transcurrir de los días. Las penurias de la población no cesan, más bien, se acrecientan, y el repudio al gobierno también, al punto de que 8 de cada 10 venezolanos desean que termine.

Frente a este cuadro social alarmante, el gobierno nacional permanece insensible e impasible, reafirmándose, de manera irracional, en políticas que profundizan un estado de cosas al borde de la anarquía, cargado de una conflictividad que amenaza con convertir al país en un caos y en foco de inestabilidad para nuestro hemisferio. 
  
La erosión casi total de la institucionalidad democrática y la posibilidad de que el país se quede sin opciones para resolver la crisis dentro del marco constitucional, justifican que el tema sea de especial preocupación para la comunidad internacional.

Sin embargo, la indispensable restauración del orden constitucional para poder superar la crisis, se ve impedida por una conducta autoritaria expresada en un creciente hostigamiento gubernamental y judicial en contra de la oposición. Resulta particularmente alarmante que las iniciativas gubernamentales al iniciarse el nuevo año exacerben la progresiva militarización de la sociedad, la radicalización de la confrontación ideológica, la continua represión del disenso, la profundización de las violaciones de los derechos humanos y el sistemático rechazo a todo intento de desactivación de las tensiones que continúan acumulándose en la sociedad, sin mencionar el agravamiento de las condiciones económicas para la gran mayoría de la población.

Resulta inaceptable que el gobierno de Venezuela no haya respetado los compromisos adquiridos en los encuentros sostenidos en 2016 entre sus representantes y los de la oposición, con la participación de tres ex presidentes invitados por el gobierno, a los cuales se agregó luego la Santa Sede, como invitado de ambas partes. La mejor prueba de ello es el desconocimiento de la representatividad popular de la Asamblea Nacional y sus decisiones constitucionales y la serie de atropellos a parlamentarios ocurridos en los últimos días, siendo los casos más resaltantes los de los diputados Gilber Caro, detenido arbitrariamente, Luis Florido y Williams Dávila, cuyos pasaportes fueron anulados.
Ante la pretensión del régimen de continuar conversaciones en términos inaceptables, saludamos la decisión de la MUD de considerar cerrado el ejercicio, preservando la determinación de participar en una verdadera iniciativa de diálogo y/o negociación que ofrezca soluciones inequívocas.

En ese caso, alertamos que sería necesario que nuestros representantes la aborden con objetivos claros y compartidos, y que se incorporen desde el inicio los elementos indefectibles, reconocidos y aplicados en la vasta experiencia mundial en la materia, para poder aspirar a resultados efectivos. A tal efecto, debe respetarse el principio de igualdad entre las partes, comenzando por la escogencia de los intermediarios a quienes se debe exigir concertar unas reglas operativas mínimas, tales como una agenda concreta y clara, las presencias admisibles en las sesiones, la manera de anunciar los potenciales acuerdos y el insoslayable mecanismo de seguimiento, entre otras elementales condiciones relativas a un diálogo que aspire a lograr soluciones viables, consensuadas y eficaces, que eviten males mayores.

Al iniciarse un nuevo año, es necesario impedir que la dispersión de iniciativas, las carencias del liderazgo y las vocerías múltiples en el seno de la oposición democrática, debiliten nuestras posiciones e imagen de seriedad y consistencia en la lucha por la democracia en Venezuela, de cara a la opinión internacional.

A nuestro juicio, esta compleja situación exige por parte de la Mesa de la Unidad Democrática una actitud transparente, firme y coherente que ayude a superar la desconfianza ciudadana, con miras a seguir procurando una salida democrática, constitucional, electoral y pacífica a la enorme crisis política y social que abruma al país, con vista a abrir caminos ciertos a un nuevo gobierno que recupere la institucionalidad, la vigencia plena del Estado de derecho y enrumbe al país por los senderos de prosperidad material anhelados por todos. 

La Mesa de la Unidad Democrática, inspirada por un incontestable espíritu unitario, debe abrir sus comisiones a la participación de independientes, dirigentes de la sociedad civil, académicos y ciudadanos en general que quieran proponer y colaborar en la consecución de tales objetivos. Si bien el asambleísmo y el tumulto han resultado ser poco provechosos en la larga lucha democrática venezolana, por la dispersión que puede crear, esto podría evitarse con la generación de vocerías ordenadas y la estructuración de discursos bien diseñados con objetivos claros y precisos, que junto a una adecuada instrumentación comunicacional, eliminarían la angustia ciudadana y la posibilidad de que manipulaciones malsanas y perversas de los laboratorios del régimen, consigan desarticular la lucha.

De manera especial, es perentorio hacer nuevamente un llamado a la OEA para que a la brevedad haga una evaluación colectiva de la dramática situación existente y exija avances concretos y continuos en el proceso de un diálogo político en pro de la plena restauración de la democracia en Venezuela, recordando al efecto que la Carta Democrática Interamericana se compromete a impulsar soluciones en situaciones de crisis y a tomar las medidas del caso cuando la democracia haya sido abolida de hecho en alguno de sus países miembros.

Reiteramos nuestra disposición a colaborar en lo que sea necesario para ayudar a la Mesa de la Unidad Democrática en las distintas iniciativas que emprenda en el área internacional y en particular, en las medidas correctivas de restructuración organizativa que está adoptando para hacer efectivos los propósitos trazados de recuperación de las libertades democráticas en nuestro país.

Caracas, 8 de febrero 2017

 El Grupo Ávila es una agrupación informal, compuesta por diplomáticos, analistas políticos, profesores universitarios e investigadores en las áreas de relaciones internacionales y las ciencias sociales, preocupados por el acontecer internacional y nacional.