jueves, 13 de diciembre de 2018

Ante la inconstitucional pretensión de Nicolás Maduro para asumir un nuevo mandato presidencial



Venezuela transita momentos complejos y decisivos para el futuro político del país. Estamos a pocos días de una fecha clave a partir de la cual la precaria legitimidad formal de la que goza el régimen de Nicolás Maduro, cuyo desempeño ha trastocado los principios y valores democráticos más elementales, dejará de tener sustento constitucional.
Porque la “elección” presidencial que tuvo lugar el 20 de Mayo pasado, no puede ser considerada de ningún modo ajustada a lo establecido en las normas contenidas en nuestra Constitución y las leyes vigentes. 
De allí que la Comunidad Internacional haya entendido tal resultado “electoral” como falso, y en consecuencia, lo desconoció. Así, buena parte de las democracias del mundo no le han concedido credibilidad y mucho menos legitimidad. Para la mayoría de esos países el periodo de gobierno de Maduro culminará en los primeros días del mes de enero de 2019, conforme a nuestro ordenamiento jurídico.
Las acciones que adelante la Comunidad Internacional de cara a la crisis política venezolana antes del 10 de enero de 2019 y, en particular, después de ese día, podrían ser factores importantes de su solución definitiva.
Teniendo en cuenta que el Grupo de Lima ha expresado públicamente su rechazo tanto a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y a todos los actos que emanen de ella, así como a los resultados de la fraudulenta elección presidencial referida, por medio de la cual se pretendió reelegir al Presidente Nicolás Maduro para un nuevo periodo presidencial, se insta al Grupo de Lima a adelantar y reforzar acciones de presión coordinadas de cara a las fechas señaladas.
Entre las acciones a desarrollar antes del 10 de enero podríamos sugerir la adopción de medidas que apunten a sancionar los delitos de corrupción, de legitimación de capitales, de movimiento ilícito de capitales y vinculados al narcotráfico, perpetrados desde el gobierno de Venezuela por funcionarios altos y medios, dirigentes políticos y sus socios.
Igualmente, y con posterioridad al 10 de enero, podrían sumarse acciones más severas que apunten al desconocimiento de una eventual e ilegal toma de posesión.
Entre estas medidas podrían mencionarse la activación del Consejo Permanente de la OEA para la aprobación de una resolución por medio de la cual se desconozca la legitimidad de la reelección. Lo mismo podría promoverse en el marco del Mercosur. Ambas medidas podrían implicar acciones de carácter político/diplomático, como el retiro de embajadores.
Ambos escenarios podrían contemplar además un respaldo explícito a la Asamblea Nacional como el único órgano legítimo de la representación popular.
Caracas, 11 de diciembre de 2018

viernes, 13 de julio de 2018

Presentación del libro “ La diplomacia venezolana en democracia 1958-1998”. Casa de América, Madrid. 27.06.2018 Compilador Fernando Gerbasi


Quiero comenzar agradeciendo al Dr. David Alejandro Malavé, Director de Ediciones Kalathos por haberme animado a diseñar y compilar el contenido del libro “La diplomacia venezolana en democracia 1958-1998”. También mi agradecimiento a Artemis Nader, compañera infatigable de David en estas andanzas editoriales.

Para nosotros es sumamente grato realizar esta presentación en Casa de América, que amablemente nos abre sus puertas y, aún más,  por la compañía  de dos dilectos amigos, como lo son Carlos Malamud y Diego Arria.

Este libro pretende recoger el testimonio de aquellos venezolanos que tuvieron responsabilidad en el diseño, coordinación y puesta en práctica de importantes ejecutorias diplomáticas que conformaron lo esencial de lo que fue nuestra política exterior durante el período 1958-1998. Cuando no fue el caso, quienes escriben lo hacen con un profundo conocimiento del tema.

La política exterior que se desarrolló durante el período democrático que va de 1958 a 1998, tuvo su fundamento en lo que establecía al respecto la Constitución Nacional de 1961, por eso fue una política de Estado, que tuvo continuidad en el tiempo y gozó del consenso de las principales fuerzas vivas del país. Ella no respondió a personalismos presidencialistas ni mucho menos a sesgos ideológicos; no fue una política exterior de confrontación, por el contrario fue de diálogo, persuasión y negociación. Respondió a la voluntad integracionista de la región latinoamericana y a la demanda de mecanismos de coordinación y diálogo político. Su norte,  a lo largo de todo este período, fue, de conformidad con la Constitución Nacional, el de “Sustentar el orden democrático como único e irrenunciable medio de asegurar los derechos y la dignidad de los ciudadanos, y favorecer su extensión  a todos los pueblos de la tierra”, por lo que defendimos, en todos los foros internacionales, la democracia representativa como legitimo sistema de gobierno, los derechos humanos, el principio de autodeterminación y repudiamos, consecuentemente, toda forma de colonialismo, ya fuese político o económico, o de segregación racial como el Apartheid.

Son 16 los ensayos que conforman esta presentación de nuestra diplomacia en democracia y los autores, a quienes agradezco su colaboración,  son: Asdrúbal Aguiar, María Teresa Romero, Elías Rafael Daniels, Maruja Tarre Briceño, José Egidio Rodríguez, Rosario Orellana, Andrés Abreu y Verónica Valarino, Héctor Azócar, Vicente Emilio Vallenilla, Leandro Área, Eduardo Praselj, Emilio Figueredo Planchart, Fernando Gerbasi, Frank Bracho, Reinaldo Figueredo y Diego Arria.

Los temas tratados son la promoción y defensa de la democracia como elemento esencial de nuestra política exterior y consecuentemente la efectividad de los derechos humanos; la defensa de nuestras fronteras con los casos de la Reclamación Esequiba y la delimitación de las áreas marinas y  submarinas al norte del Golfo de Venezuela; la cooperación internacional con otros países en desarrollo especialmente con los centroamericanos y caribeños; la  comunicación pública como elemento divulgador de la política exterior; la profesionalización de nuestra Cancillería y los procedimientos para el ingreso de los funcionarios al Servicio Exterior, así como el perfeccionamiento constante de sus conocimientos; el aporte de Venezuela a la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar; el éxito de la diplomacia venezolana en las negociaciones que concluyeron con la adopción del Pacto Amazónico; la integración binacional entre Colombia y Venezuela en la década de los noventa cuando pasamos de la confrontación cuasi bélica,  derivada del ingreso indebido de la Corbeta Caldas en aguas interiores venezolanas, a una cooperación global que fue política de Estado, tanto en uno como en el otro país, y finalmente, pero por ello no menos importante, nuestro aporte a la resolución de conflictos internacionales a través de nuestra participación directa en la Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas de El Salvador y la puesta en práctica, en el Consejo de Seguridad de la ONU, de la Fórmula Arria.

Debo destacar que de manera transversal en el libro, pero también específica a través del trabajo de Frank Bracho quien fuera su colaborador directo durante varios años,  está presente la figura de Manuel Pérez Guerrero, quizás el venezolano que más influencia haya tenido, por sus profundos conocimientos, tenacidad y capacidad negociadora, en las relaciones internacionales, especialmente en aquellas entre los países en desarrollo y los países desarrollados. Se formó en Europa y trabajó en la Sociedad de Naciones a finales de los años treinta, participó en 1945 en la creación de la ONU de la cual pasó a formar parte de su funcionariado, ocupando prominentes posiciones en varias ocasiones. Pérez Guerrero era conocido en los predios de las Naciones Unidas por las siglas en inglés P.G. de sus apellidos, así lo saludaban y trataban los porteros, los funcionarios y hasta el propio Secretario General. Pero, y quién fue Pérez Guerrero en Venezuela? A los 36 años ocupó el Ministerio de Hacienda entre 1946 y 1948. Al retorno de la democracia en nuestro país en 1958, ocupó el cargo de Director de la Oficina de Coordinación y Planificación, CORDIPLAN, Ministro de Minas e Hidrocarburos con el presidente Raúl Leoni y Embajador ante Naciones Unidas, más tarde sería Ministro de Estado para Asuntos Económicos Internacionales en la primera administración del presidente Carlos Andrés Pérez, y continuaría como Asesor para Asuntos Internacionales en el gobierno de Luis Herrera Campins y de nuevo Ministro  de Estado con el presidente Jaime Lusinchi.

Aquellos que tuvimos la suerte y el privilegio de trabajar con él durante varios años, de aprender de su disciplina y  de su vasta experiencia, mucho le debemos puesto que sin lugar a dudas su influencia, en nuestra política exterior democrática fue decisiva. Fue adelantado en la creación de la OPEP, al punto que al decir de un político venezolano, Manuel Mantilla, si Juan Pablo Pérez Alfonso fue el padre la OPEP, Manuel Pérez Guerrero debe ser considerado el abuelo. Tuvo influencia decisiva en la nacionalización de la industria del hierro y en la de la industria petrolera en 1975, y sus tesis influyeron directamente en todos los programas de cooperación internacional que adelantó Venezuela.

Por limitaciones de tiempo y sin menoscabo de la importancia intrínseca de cada uno de los ensayos que conforman este libro, quiero destacar tres por las razones que expondré.

El primero de ellos es el de María Teresa Romero, quien escribe sobre la Doctrina Betancourt y la defensa de la democracia regional. Ella demuestra como la defensa de la democracia, como principio rector de nuestra política exterior a lo largo de los distintos gobiernos del período democrático, contribuyó a la constitución teórica y práctica de lo que hoy en día se conoce como el Régimen Democrático Interamericano, ello, conjuntamente con la Doctrina Betancourt.  Cito la definición que de ella hizo el propio presidente Rómulo Betancourt: “Regímenes que no respeten los derechos humanos, que conculquen las libertades de sus ciudadanos y los tiranicen con respaldo de políticas totalitarias, deben ser sometidos a riguroso cordón sanitario y erradicados mediante acción pacífica colectiva de la comunidad jurídica interamericana”. El Régimen Democrático Interamericano no es otra cosa que  las prácticas colectivas que conforman los medios para la protección, defensa y promoción de la democracia en nuestra región, especialmente a través de la OEA.

Frente a  las discusiones colectivas de qué hacer ante el gobierno de Maduro por parte de la comunidad americana, y las indecisiones de algunos países al respecto, me permití enviarle este trabajo de María Teresa Romero al Señor Luis Almagro Secretario General de la OEA, por considerarlo esclarecedor sobre la materia, y a mi gran sorpresa me enteré que inmediatamente que lo recibió decidió distribuirlo entre todos los Embajadores, Representantes Permanentes ante la Organización. Quizás su lectura tuvo alguna influencia en la redacción de la Resolución sobre la situación en Venezuela, que adoptó la reciente Asamblea General de la OEA, que tuvo lugar a principios de este mes en la ciudad de Washington D.C.

El segundo ensayo al que me quiero referir, trata quizás del logro más importante y exitoso de la diplomacia venezolana, que no es otro que la creación de la OPEP. Maruja Tarre analiza, con profundidad de conocimiento y de manera brillante cómo se gestó esta idea, el papel que desempeño Venezuela desde los primeros contactos que llevó a cabo Manuel Pérez Guerrero en los años cuarenta hasta la constitución de la propia Organización y posteriormente.  Expone el nacimiento de la Organización en Bagdad, en medio de un clima de violencia que en esos días se vivía en Irak como consecuencia de la caída de la monarquía Hashemita cuyo Rey y ministros fueron ajusticiados, lo que obligó, en un momento dado, a que los delegados se refugiaran en un cuarto del hotel, lo que no impidió que continuaran  con su análisis del mercado petrolero mundial que se encontraba en plena depresión de precios a raíz de la abundante entrada de petróleo soviético al mercado. La OPEP nació el 14 de septiembre de 1960, integrada por Venezuela, Irán, Irak, Arabia Saudita y Kuwait. La ONU reconoce a la Organización en 1962 pero muchos no creyeron en ella, en particular en los países industrializados, dándole poca importancia y augurándole pocos meses de vida.

Un hecho esencial de la OPEP es que a pesar de estar constituida por países con gobiernos muy diferentes e incluso rivalidades históricas entre algunos de sus miembros, éstos aprendieron a colaborar y trabajar juntos en pro de la defensa de los precios. Venezuela, por no participar en los conflictos de Medio Oriente asume, en muchas ocasiones, el papel de mediador entre los miembros; tal fue el caso en lo que respecta a los Estatutos de la Organización, ya que ante propuestas distintas de Irán  e Irak, surgió la propuesta venezolana que fue la que en definitiva se adoptó.

La OPEP no solo se ocupó en sus inicios de las cuestiones técnicas petroleras. Entre otras cosas, le dedicó tiempo a un estudio comparado de las legislaciones laborales y las condiciones socio-económicas en los distintos países, lo que contribuyó, de manera decisiva, a mejorar las condiciones de trabajo de los obreros petroleros en todo el mundo. Por cierto, la OIT influyó en mucho en estos estudios. Ello se pudiera explicar , entre otras razones, porque Alfredo Tarre Murzi, padre de Maruja Tarre, y quien participó en la constitución de la OPEP y fue el primer representante de Venezuela ante ella, también era para la época Embajador ante la OIT, Organización de la que había sido funcionario en sus años de exilio durante la dictadura de Pérez Jiménez.

El tercer ensayo es el de la Fórmula Arria en el Consejo de Seguridad, que es uno de los aportes más importantes de Venezuela a la resolución pacífica de los conflictos. El Embajador Diego Arria  muy amablemente aceptó nuestra invitación para participar en esta presentación y quien mejor que él para que nos explique, para comenzar, lo que significa y los alcances de la Fórmula que lleva su nombre.
Muchas gracias!!!!

Fernando Gerbasi

sábado, 24 de febrero de 2018

miércoles, 14 de febrero de 2018

Palabras pronunciadas por Fernando Gerbasi en la presentación, el 12 de febrero de 2018, del libro Siete Sellos: Crónicas de la Venezuela Revolucionaria. En el acto también intervinieron D. A. Muñoz Molina, Premio a las Letras Príncipe de Asturias 2013, Laura Cracco, escritora y poeta venezolana y Atanasio Alegre.


Siete Sellos, Crónicas de la Venezuela Revolucionaria, compilado por la escritora y profesora Gisela Kozak Rovero, es un excelente libro cuya intención, “es dar a conocer una tragedia, es  golpear –sí, golpear- la sensibilidad del lector de otros países de habla hispana que desconocen la dimensión íntima y personal que significa vivir en revolución bolivariana”. Me atrevo agregar que también los lectores venezolanos verán su sensibilidad golpeada con la lectura de estas 52 crónicas escritas, por lo general durante los años 2016 y 2017, por 31 autores que sin excepción, tratan una realidad que desde hace casi 20 años nos ha venido golpeando con disímil cadencia, hasta alcanzar en los últimos cuatro años, bajo la dictadura de Maduro, un ritmo demencial y diabólico.

Para Gisela Kozak siete son los sellos que a su entender caracterizan a la Revolución Bolivariana, a saber, el autoritarismo, el crimen, el hambre, la enfermedad, el martirio, la perversidad y la diáspora.

León Felipe Campos, en la introducción del libro describe la actual realidad venezolana de esta manera y la utilizo como introito: “Venezuela es un país desdibujado, hecho dolor y espejismo, en el que la mayoría de sus habitantes sufre y sobrevive tan bien como puede, a pesar de las mafias que imponen pautas”.

Hace exactamente cuatro años, el 12 de febrero de 2014, el gobierno de Nicolás Maduro desató una violenta y continua represión, lo que ha hecho más evidente la constante y sistemática violación de los DDHH de los venezolanos.

Venezuela atraviesa la peor crisis que conozca su historia. Hoy en día, a la crisis político – institucional existente, como consecuencia directa de la voluntad del oficialismo de aferrarse al poder, se agrega una crisis humanitaria de proporciones desconocidas y con consecuencias impredecibles.

El populismo caribeño, representado por el Socialismo del Siglo XXI, ha destruido a Venezuela.

Las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo las tiene Venezuela, sin embargo, su producción en enero de este año tan sólo alcanzó 1,64 millones b/d, el nivel más bajo en casi 30 años. La producción del país ha caído durante los últimos seis meses, y debe seguir cayendo como resultado de la deuda del sector, de la desinversión, la mala gerencia y una escandalosa corrupción.

En los últimos tres años la economía venezolana ha colapsado. El hambre se ha apoderado de la nación. Ahora, está matando también a los niños. Durante 2017, entre cinco y siete niños murieron semanalmente por desnutrición.

La crisis que vive el país se constata en la  escasez de alimentos esenciales; en la falta de medicamentos, así como en los racionamientos de agua y de electricidad. Como consecuencia de las políticas de expropiaciones –ya sea éstas de tierras o de industrias o de empresas-,  ataques a los productores, tanto agrícolas como industriales, los controles impuestos por el gobierno desde el 2003, la pésima gestión económica y la corrupción, en Venezuela actualmente no se produce nada o casi nada y si a ello agregamos  que más del 75% de lo que importa el país se hace a través del Estado, que en la actualidad carece de divisas, se comprende entonces los disturbios, protestas y los  saqueos de tiendas de comestibles ante la falta de alimentos.

La inflación alcanzó en  el 2017, el 2616%. Solamente en el pasado mes de diciembre llegó al 85%. El FMI prevé una inflación en el 2018 de 13.000%, otros expertos la llevan hasta un 200.000%. Es  un proceso nefasto que afecta a todas las familias venezolanas pero sin lugar a dudas a las de menores ingresos. Hoy en día como mínimo el 82% de la población (25.7 Millones de 31.1 millones) se encuentra en situación de pobreza.

Venezuela se está convirtiendo, a pasos agigantados, en un país de pobres como consecuencia del modelo intervencionista y controlador impuesto por la “Revolución Socialista”. El  ciudadano se ve sometido al control social del gobierno, que de esta manera le viola sus DDHH más elementales. A título de ejemplo dos casos. El primero de ellos es el programa de reparto de comida barata, ahora vital para el venezolano empobrecido por la hiperinflación,  a través de los CLAP’s (Comités Locales de Abastecimiento y Producción) que tan solo en el mes de diciembre pasado atendió al 73% de la población venezolana. El gobierno controla el sistema y por tanto es el que decide quién recibe y quién no, lo que genera entre la población miedo a perder esa bolsa de comida y reduce  la protesta y la participación ciudadana.

El segundo ejemplo es el famoso “Carnet de la Patria", que es un documento de identidad electrónico que regula el acceso a alimentos y artículos de primera necesidad adquiridos en los (CLAP), así como a otros beneficios derivados de la Misiones Bolivarianas. Quien no tiene este Carnet no tiene acceso a esos beneficios, cae, por tanto,  en un Apartheid social. Este carnet consiente también al gobierno controlar los votos, lo que ocurrió  durante las recientes elecciones municipales y posteriormente en las regionales.

En fin, la crisis humanitaria por la cual atraviesa Venezuela es consecuencia de las malas y funestas políticas públicas puestas en prácticas, de la incapacidad gerencial,  así como de la corrupción que impera en el gobierno pero lo más grave es que el oficialismo  no acepta la existencia de una crisis humanitaria y por tanto rechaza la ayuda internacional.

Desde que se instauró el chavismo en Venezuela en 1999, se han producido en nuestro país más de 300.000 muertes violentas. Ello consecuencia de la inexistencia del Estado de Derecho, de la impunidad de los crímenes cometidos y de una política gubernamental laxa frente a la criminalidad. No es desatinado afirmar que estamos ante un régimen que ha favorecido, desde sus inicios, la violencia. Caracas encabeza la lista de las ciudades más violentas del mundo pero lo que es más grave aún es que entre las diez primeras, además de Caracas,  están también Maturín, Ciudad Guayana y Valencia.

De conformidad con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, con sede en Viena, el 60% de la cocaína que entra en Europa procede de nuestro país. Lo que es importante tener en cuenta es que las redes de narcotraficantes en Venezuela están, fundamentalmente, en manos de altos personeros del gobierno, sean estos civiles o militares, lo que ha hecho que Venezuela sea clasificada por muchos como un Estado narcotraficante. Estrechamente ligado a esto están los vínculos, que a lo largo de los años, el régimen ha tejido con el terrorismo internacional, llámese éste las FARC, ELN, Hizbolá o Hamas. Lo cierto es que cientos de pasaportes venezolanos sirven de tapadera a sendos terroristas.

Como consecuencia de todo lo anterior Venezuela que era un país receptor de inmigrantes se ha convertido, en pocos años, en un país de emigrantes.  En la actualidad más de tres millones de venezolanos conformamos la diáspora. Colombia, los Estados Unidos y España, son los países donde más se concentran los venezolanos. En España somos alrededor de unos 300.000. Ningún venezolano se siente ajeno a lo que ocurre en el suelo patrio, por lo tanto, quienes conformamos la diáspora estamos obligados a testimoniar permanentemente sobre la tragedia venezolana.

Concluyo estas palabras regresando al libro los  Siete Sellos, Crónicas de la Venezuela bolivariana. Siete Sellos  sobre los cuales nos invita a reflexionar Gisela Kozak Rovero, a través de la compilación que realizó. Para cada uno de ellos he escogido una o dos frases de las crónicas, que en mi opinión sintetizan a la Venezuela actual.

Autoritarismo:
“Si a finales del año pasado (2016), …….se instaló en el país la idea de que estamos en una dictadura, este 2017 solo confirma, por desgracia, que estamos en una dictadura violenta: este es el regreso de los gorilas”
Alberto Barrera Tyszka.

“Autoritarismo….es tal vez la palabra que define todas nuestras relaciones con las instituciones, sean cuales sean”
Raquel Rivas Rojas

Crimen:
“ …cuando la noche cae, especialmente entre las 6:30 de la tarde y las 9:00 de la noche, la actividad delictiva aumenta.  El miedo a que la oscuridad sirva de manto protector para el criminal ha hecho de Caracas un pueblo fantasma”
Andrea Pinza

Hambre:
Hecho en socialismo es sinónimo de producto escaso, raro y distribuido solamente a quienes manifiestan adhesión al oficialismo” “La verdad es que este modelo fracasó y la situación actual es de sálvese quien pueda”
Eloi Yagüe Jarque


Enfermedad:
“Hoy, la salud de todo un país está en terapia intensiva”
Leonardo Padrón

Martirio:
“Todas las cuentas arrojan el mismo resultado. En apenas tres años el régimen de Nicolás Maduro ha multiplicado exponencialmente las cifras de represión que Hugo Chávez poseía”
Leonardo Padrón

Perversidad:
“En el caso del chavismo, cosa en la que su máximo líder era una eminencia y Maduro un alumno aventajado, podemos cambiar estupidez por ignorancia y maldad por perversión y el resultado sigue siendo idéntico”
José Urriola

Diáspora:
“Y lo más importante es que andas tranquilo. La libertad tiene un precio y hay que pagarlo. Así suponga adioses y muchas lagrimas”
Pierina Sora

Muchas gracias!!

Casa América
12 de febrero de 2018.
Madrid.