miércoles, 20 de marzo de 2013

Razones y fundamentos para el diálogo por la paz entre el gobierno colombiano y las FARC – EP.


Fernando Gerbasi

Gobiernos anteriores al de Santos emprendieron, con mayor o menor éxito,  procesos de paz en la búsqueda de soluciones a estas casi cinco décadas de conflicto armado. Los primeros esfuerzos a favor de la paz se realizaron al final del gobierno de  Julio César Turbay Ayala (1978 – 1982), quien dictó la primera Ley de Amnistía en la historia reciente de Colombia.  Como esta Ley no fue el resultado de un proceso de diálogo y negociación, la guerrilla la rechazó. Consecuentemente, Turbay Ayala creó una Comisión de Paz encabezada por el ex presidente Carlos Lleras Restrepo, pero ésta fracasó.

El gobierno de Belisario Betancur suscribió, el 28 de mayo de 1984, los Acuerdos de la Uribe, que llevaron a un cese al fuego inmediato por parte de las FARC y a la incorporación de muchos de sus miembros a la Unión Patriótica, que luego participaron en las elecciones de 1986, obteniendo la mayor votación alcanzada hasta entonces por  la izquierda, lo que se tradujo en 5 senadores, 9 representantes a la Cámara, 351 concejales y 23 alcaldes. Lamentablemente varios de esos electos y dirigentes y miembros de la Unión Patriótica fueron asesinados, alcanzándose la cifra, según algunos,  de 3.000 muertos. Esto fue un importante retroceso que marcará por siempre la posición de las FARC para reintegrarse a la vida civil.

Virgilio Barco negoció con éxito la desmovilización del M-19 en marzo de 1.990, y en mayo la de la mayoría del Ejercito Popular de Liberación (EPL). César Gaviria, en mayo de 1.991, logró la desmovilización del movimiento indígena guerrillero Quintín Lame. Además, a raíz de la toma de la sede de la Embajada de Venezuela en Bogotá el 1º de mayo de 1991, para presionar una negociación, por parte de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, que además de las FARC la integraban el ELN y la disidencia del EPL, se iniciaron el 3 de junio de 1991, los Diálogos de Caracas que luego de tres meses fueron trasladados a Tlaxcala, en México, donde rápidamente fracasaron. Lo que había comenzado mal debía terminar mal.

Durante el gobierno de Ernesto Samper (1994 - 1998) el proceso más destacado se intentó con el ELN y el EPL, en las llamadas conversaciones de Maguncia, en Alemania. En julio de 1998 se firmó el famoso acuerdo de Puerta del Cielo, en la ciudad de Maguncia, que contemplaba el desarrollo de una Convención Nacional, como espacio para la solución de los problemas sociales y políticos de Colombia. Dicho proceso se quedó en buenas intenciones, a raíz de la  precariedad intrínseca del gobierno Samper.

El proceso llevado a cabo por Andrés Pastrana (1998 - 2002), en San Vicente del Caguán, fue quizás el mas importante de todos y se inició el 7 de febrero de 1999, concluyendo el 20 de febrero de 2002. Este proceso  fracasó, esencialmente, porque las FARC-EP creían que aún era posible una victoria militar y aprovecharon las facilidades dadas en la famosa zona de distensión para secuestrar, asesinar,  importar armamentos, exportar drogas y mejorar su maquinaria militar.

El 7 de agosto de 2010, Juan Manuel Santos tomó posesión del cargo de presidente de la República de Colombia y a los pocos días comenzó, tal como lo confesara posteriormente, a escrutar las posibilidades de entablar conversaciones de paz con las FARC-EP. Acompañados por los gobiernos de Cuba y Noruega, representantes del gobierno colombiano mantuvieron conversaciones exploratorias con las FARC durante año y medio lo que permitió, a partir del 23 de febrero de 2012, iniciar un proceso mas intenso de diálogo en La Habana que culminó, el 26 de agosto de ese mismo año con la suscripción del “Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”.

Este Acuerdo, que establece los principios y procedimientos para las negociaciones, fue firmado por representantes del gobierno de Colombia, de las FARC-EP, y en calidad de testigos por representantes de los gobiernos de Cuba y de Noruega. Sin lugar a dudas este Acuerdo representa una hoja de ruta realista, que no prevé un cese al fuego previo y establece claramente que las conversaciones “se darán bajo el principio que nada está acordado hasta que todo esté acordado”.

En el Acuerdo General las partes deciden iniciar conversaciones directas e ininterrumpidas sobre los temas convenidos, en La Habana, Cuba y éstas se desarrollan, a partir del 19 de noviembre de 2012, por lo que el proceso cumple hoy exactamente cuatro meses. Concuerdan, además, que los gobiernos de Cuba y Noruega actúen como garantes del proceso y los de Chile y Venezuela como acompañantes.

La Agenda, con base a la cual se desenvuelven las conversaciones es la siguiente:
1.- Política de desarrollo agrario integral: Tema fundamental que tiene que ver con la erradicación de la pobreza, las políticas sociales, formalización de la propiedad de la tierra, estímulo a la producción agropecuaria y la seguridad alimentaria pero no incluye una reforma agraria. El conflicto armado colombiano encuentra su razón de ser en el tema de la tenencia de la tierra; ya que las FARC nacen, en 1964, de un grupo de autodefensa campesina. Según las Naciones Unidas, Colombia es uno de los países más desiguales en el mundo en materia de tenencia de la tierra: 52% de la gran propiedad está en manos de apenas el 1,15% de la población. El conflicto ha dejado cuatro millones de desplazados y el despojo de tierras han sido una de sus constantes. Consecuentemente y según el Ministerio de Agricultura colombiano, el 38% de las demandas de restitución de tierras provienen de víctimas que fueron desplazadas por la guerrilla.

2.- Participación política: Debe determinar las garantías que han de darse a la guerrilla y movimientos afines como la “Marcha Patriótica”, para su futura participación política. Las dificultades de tipo legal son considerables, independientemente de la existencia del llamado Marco Legal para la Paz, que aún  tiene que ser reglamentado, pero que por el momento admite que el gobierno dialogue con terroristas y criminales, que pueda alcanzar acuerdos en materia de justicia transicional que facilite la reducción de penas, incluso en caso de violaciones de derechos humanos y, finalmente, concede a los jefes guerrilleros ejercer el derecho de sufragio pasivo, pudiendo alcanzar cargos políticos y crear partidos políticos.

3.- Fin del conflicto: Es quizás el tema más complejo, desde todo punto de vista. Recubre el cese al fuego, la suspensión definitiva de hostilidades, la dejación de las armas, la reincorporación de los combatientes de las FARC a la vida civil y las correspondientes garantías de seguridad durante todo el proceso.

4.- Solución al problema de las drogas ilícitas: Se lograr, particularmente, la sustitución de cultivos, programas de prevención del consumo y salud pública y solución al problema de la producción y comercialización de narcóticos.  Según la Revista Dinero, colombiana, del 14 de septiembre de 2012, las FARC controlan el 60% de los cultivos de coca y del narcotráfico en Colombia por lo que obtienen hasta 1.500 millones de dólares al año.

5.- Víctimas: Según la presidencia de Colombia la cifra de víctimas del conflicto es de al menos 5 millones de personas. Ello significa que como mínimo un 12% de la población del país es o ha sido víctima del conflicto. Las partes deben determinar cómo resarcirlas, en lo que respecta a las violaciones de derechos humanos y el conocimiento de la verdad. Es importante destacar que recientemente las FARC admiten, por primera vez, que ellos no solo han sido víctimas sino que también han sido victimarios. Esto es un paso muy valioso para facilitar acuerdos en este tema.

6.- Implementación, verificación y refrendación: Tienen que negociar cómo será el acompañamiento internacional, el cronograma a aplicar y el correspondiente presupuesto.

¿Por qué ahora es mas factible alcanzar la paz?

Por variadas y múltiples razones.
1.    En primer lugar, porque hay un cambio drástico en la correlación de fuerzas en lo militar y en lo político, con relación a las FARC. En el año 2001 las FARC estaban constituidas por 16.000 guerrilleros, ahora son tan sólo 8.000, o mas precisamente 7.850, según el presidente Santos; consecuentemente, han perdido presencia en gran parte del territorio colombiano y capacidad de acción. Además, su liderazgo está debilitado pues muchos comandantes están presos o han muerto, y la mayoría están fuera de Colombia. Todo ello es consecuencia de la ejecución del Plan Colombia, el Plan Patriota y la política de Seguridad Democrática del presidente Álvaro Uribe.

2.    En segundo lugar, el marco geopolítico regional ha cambiado. Las fuerzas de izquierda de América Latina, de distinta tendencia, han buscado y logrado llegar al poder durante la última década por la vía electoral. Los presidentes Chávez, Correa y Morales han alentado estos diálogos de paz y le han señalado a las FARC, públicamente, que el camino para lograr la justicia social no es por vía de la lucha armada sino por la vía política.

3.    En tercer lugar, tanto a nivel regional como internacional, los gobiernos y la opinión pública son favorables a una negociación para ponerle fin a un conflicto que hoy en el mundo es extemporáneo. Esta presión también actúa para que las FARC abandonen la lucha armada como una forma de hacer política.

4.    En cuarto lugar, no hay, como en otras ocasiones,  un preacuerdo de cese de hostilidades. En otras palabras mientras se negocia la guerra continua.

5.    En quinto lugar, la existencia de una estrategia convenida, por ambas partes para terminar el conflicto, que incluye un acuerdo con reglas de funcionamiento convenidas.

6.    En sexto lugar, se cuenta, desde ya, con el acompañamiento internacional.

7.    En séptimo lugar pero no por ello no menos importante, puesto que le conviene a ambas partes, está la cuestión de la reelección presidencial. El presidente Santos pretende la reelección y un acuerdo de paz contribuiría de manera definitiva a ello, amén que como todo presidente colombiano de las últimas décadas, quiere pasar a la historia como el presidente de la paz. Por su parte las FARC  buscan insertarse en la vida política en el marco de garantías convenidas y la reelección del presidente Santos es quizás la única garantía de que los compromisos adquiridos se ejecutarán.

¿Cuál ha sido el aporte de Venezuela al proceso de paz?

Venezuela, desde siempre, ha estado dispuesta a contribuir a la paz de Colombia. Cuando decimos que la paz de Colombia es la paz de Venezuela lo hacemos conscientes de que ello es cierto pues tendremos entonces la posibilidad cierta de combatir y erradicar de nuestro territorio el secuestro, la extorsión, la vacuna y el uso de nuestro suelo patrio como aliviadero de la guerrilla colombiana.

Ya en el año de 1989 nuestro país se hace presente, en la persona del General de Brigada Ernesto Uzcátegui Sandoval, quien al frente de un pequeño grupo de oficiales y suboficiales venezolanos, conformó la comisión que verificó la entrega y destrucción de armas por parte del M-19, incluyendo las de su líder Carlos Pizarro.

Más tarde, como ya comenté, en 1991 tuvieron lugar en Caracas los diálogos de paz entre la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar y el gobierno colombiano.

Durante todo el proceso de paz de San Vicente de Caguán participamos como acompañantes junto a una veintena de otros países.

Ahora, en el actual proceso, participa el Gobierno Bolivariano como acompañante. Al respecto vale la pena formular algunos comentarios. Cuando el presidente Chávez actúo como mediador en la búsqueda de un acuerdo humanitario entre las FARC y el gobierno colombiano, a finales de 2007, su exagerada locuacidad e imprudencia obligó al entonces presidente Uribe a cesarlo en la mediación. En esta ocasión el gobierno bolivariano ha mantenido absoluto silencio sobre el alcance y contenido de su participación. No obstante, en Colombia, analistas, el gobierno de ese país y las propias FARC agradecen el apoyo dado por Chávez y su gobierno e incluso Iván Márquez y otros cercanos al gobierno colombiano llegan a señalar que sin su participación el proceso no hubiera sido posible. Por qué?

Los gobiernos del presidente Chávez siempre fueron un apoyo político e ideológico para las FARC, y según las circunstancias políticas,   sus vínculos fueron mas o menos intensos entre ellos. Esto está ampliamente explicado en el libro “Los documentos de las FARC: Venezuela, Ecuador y el archivo secreto de Raúl Reyes” del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres.

Ahora bien, cuando se negoció en La Habana y se suscribió, el 26 de agosto de 2012, el “Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”, se afirmó que ese proceso contó y ha si quedó plasmado en el primer párrafo del documento, “con el apoyo del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela como facilitador de logística y acompañante;”.

¿Cómo entender la expresión “facilitador de logística”? Según analistas colombianos ello significa, y compartimos este criterio, un reconocimiento al gobierno venezolano como garante de la seguridad de los jefes y negociadores guerrilleros, que en su mayoría se encuentran en territorio venezolano, así como por haberles facilitado sus desplazamientos, en particular a La Habana, y prestar su territorio, durante el proceso preparatorio  para reuniones entre el gobierno colombiano y las FARC. Toda vez que el proceso exploratorio, por parte del gobierno Santos, comenzó desde que éste asumió el poder en agosto de 2010,  esta expresión permite comprender el alcance y sentido de la frase del presidente Santos  al calificar al presidente Chávez de “Mi nuevo mejor amigo”. Además, esta participación venezolana desde los inicios es sin lugar a dudas una de las razones fundamentales en el mejoramiento sorprendente de las relaciones diplomáticas bilaterales a partir del 10 de agosto de 2010.

¿Cómo ven los colombianos el proceso?
Según encuestas realizadas por IPSOS Napoleón Franco, en septiembre y luego en noviembre 2012, los colombianos en una primera instancia apoyaron los diálogos de paz en un 77%, lo que luego cayó a un 57%. Si bien 54% eran optimistas en septiembre en  cuanto a los resultados, esta cifra pasó a ser tan sólo de un 41% dos meses después. 78% se oponen a que los líderes de las FARC no vayan a la cárcel y 72% a que tengan una futura participación en la vida política del país. En un 65% rechazan la participación del presidente Chávez como acompañante internacional.

Por su parte la Encuestadora Gallup realizó encuestas en octubre de 2012 y mas recientemente en febrero de 2013.  Las cifras arrojadas son las siguientes:
En octubre de 2012 un 72% estaban de acuerdo con que el gobierno hubiera iniciado conversaciones de paz con las FARC pero en febrero de este año ello bajó a un 62%. Igualmente, hoy en día 62% no cree que se llegue a un acuerdo de paz cuando en octubre de 2012 ese porcentaje era de 57%. Además, el 79% rechazan que los miembros de las FARC, una vez hayan dejado las armas, puedan participar en política sin ir a la cárcel; porcentaje cercano, por cierto, al de la encuestadora IPSOS Napoleón Franco.

Lo anterior, unido a otros factores, particularmente el férreo ataque al gobierno y la oposición frontal al proceso de paz por parte del ex presidente Uribe y sus seguidores, se ha traducido en una caída importante de la popularidad del presidente Juan Manuel Santos ya que mientras un  44% lo aprueba un 47% lo desaprueba.

¿Hay progresos en La Habana?

A pesar del hermetismo de las partes, comprensible si se tiene en mente que se negocia bajo el principio que “nada está acordado hasta que todo este acordado”, y de la lentitud que el proceso de La Habana ha mostrado, hay razones para pensar que se han producido avances e importantes.

El 22 de febrero de 2013, Timochenko, Jefe de las FARC, le envió una carta al presidente Santos en la que, entre otras cosas, reconoce que han ocurrido avances importantes en La Habana. Pero una semana después, Iván Márquez, jefe negociador de las FARC, le reconocía a la periodista María Jimena Duzán, de la Revista Semana que se habían redactado “dos o mas cuartillas de acuerdos”. El reconocimiento de la existencia de importantes avances fue reiterado por Rodrigo Granda el día de ayer.

Por su parte el gobierno colombiano es mas parco, aunque trascendió que en una reciente reunión con empresarios el Presidente Santos señaló que los avances eran tales que ya se podía dar por cerrado el punto 1 de la agenda, es decir, el relativo al desarrollo agrícola integral. Quizás el mas difícil.

Por otra parte, el presidente Santos ha dado un vuelco a su actitud pública frente al proceso de paz. Durante los últimos meses venia actuando en forma incomprensible para algunos, lo que le valió fuertes criticas,  pues así como lo apoyaba también amenazaba con levantarse de la mesa de negociación. Ahora decidió, en reunión con sus asesores, impulsar abiertamente el proceso en conjunción con la búsqueda de su reelección en las elecciones presidenciales que tendrán lugar en el 2014.

¿Estamos a las puertas de un acuerdo de paz?

Ciertamente hay  obstáculos al proceso como son el clima de opinión hostil que existe en Colombia frente a las FARC, los ataques constantes y permanentes del ex presidente Uribe al proceso,  los tiempos jurídicos y electorales que giran en torno a la negociación pues la justicia transicional, fundamental para un acuerdo, requiere de una ley que puede demorarse por lo menos un año en el Congreso y finalmente las garantías para la implementación de lo acordado. Incluso a nivel militar.

No obstante lo anterior, hay que constatar la actitud positiva mostrada por los equipos negociadores en La Habana. Entre ellos se ha generado confianza y respeto. A pesar de la ofensiva militar, de una y otra parte, se han mantenido las conversaciones. Las FARC aceptaron negociar fuera de Colombia cuando antes  insistían en el  despeje de un territorio en Colombia. La agenda convenida es muy realista ya que el único punto doctrinario es el de la tierra, el resto son puntos que atañen a la entrega de armas y garantías políticas, más fáciles de resolver.

Se piensa que para mediados de este año, en mi opinión debería ser hacia el cuarto trimestre, es muy posible que se firme el acuerdo de paz. Ello no traería la paz de inmediato a Colombia. Aún faltaría pasar por la implementación, incluyendo la ley que ha de discutir el Congreso colombiano en materia de justicia transicional así como la posibilidad de un referendo, idea asomada por el presidente Santos, para darle soporte popular al acuerdo. Por ello es que es tan importante, tanto para la paz de Colombia así como garantía para las FARC, la futura reelección del presidente Santos pues los otros posibles candidatos, al menos de palabra y por ahora, son críticos de los diálogos de La Habana.

Finalmente he de destacar que la paz en Colombia, y es fundamental que las autoridades de ese país así lo comprendan,  será más duradera y sustentable en la medida en que en nuestro país haya un gobierno apegado y respetuoso de los principios y valores democráticos, consagre la independencia de los poderes públicos,  el respeto al Estado de derecho, de impulso a la iniciativa privada y a la economía de mercado. Esto solo será posible con un cambio de gobierno en las próximas elecciones presidenciales. Seguir pensando que cualquier cambio político en Venezuela generaría inestabilidad en el país y en la región, solo encuentra cabida en los que anteponen sus propios intereses por encima de los de los otros.

Caracas, 19 de marzo de 2013.

Ponencia presentada en el Seminario sobre la paz en Colombia, organizado por el Istituto de  Estudios Parlamentarios Fermín Toro el 19/03/2013.