Siete Sellos, Crónicas de la Venezuela Revolucionaria, compilado por la
escritora y profesora Gisela Kozak Rovero, es un excelente libro cuya intención,
“es dar a conocer una tragedia, es
golpear –sí, golpear- la sensibilidad del lector de otros países de
habla hispana que desconocen la dimensión íntima y personal que significa vivir
en revolución bolivariana”. Me atrevo agregar que también los lectores
venezolanos verán su sensibilidad golpeada con la lectura de estas 52 crónicas
escritas, por lo general durante los años 2016 y 2017, por 31 autores que sin
excepción, tratan una realidad que desde hace casi 20 años nos ha venido
golpeando con disímil cadencia, hasta alcanzar en los últimos cuatro años, bajo
la dictadura de Maduro, un ritmo demencial y diabólico.
Para Gisela Kozak siete son los sellos que a su entender caracterizan a
la Revolución Bolivariana, a saber, el autoritarismo, el crimen, el hambre, la
enfermedad, el martirio, la perversidad y la diáspora.
León Felipe Campos, en la introducción del libro describe la actual
realidad venezolana de esta manera y la utilizo como introito: “Venezuela es un
país desdibujado, hecho dolor y espejismo, en el que la mayoría de sus
habitantes sufre y sobrevive tan bien como puede, a pesar de las mafias que
imponen pautas”.
Hace exactamente cuatro años, el 12 de febrero de 2014, el gobierno de
Nicolás Maduro desató una violenta y continua represión, lo que ha hecho más
evidente la constante y sistemática violación de los DDHH de los venezolanos.
Venezuela atraviesa la peor crisis que conozca su
historia. Hoy en día, a la crisis político – institucional existente, como
consecuencia directa de la voluntad del oficialismo de aferrarse al poder, se
agrega una crisis humanitaria de proporciones desconocidas y con consecuencias impredecibles.
El populismo caribeño, representado por el Socialismo del
Siglo XXI, ha destruido a Venezuela.
Las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo las
tiene Venezuela, sin embargo, su producción en enero de este año tan sólo
alcanzó 1,64 millones b/d, el nivel más bajo en casi 30 años. La producción del
país ha caído durante los últimos seis meses, y debe seguir cayendo como resultado
de la deuda del sector, de la desinversión, la mala gerencia y una escandalosa
corrupción.
En los últimos tres años la economía venezolana ha
colapsado. El hambre se ha apoderado de la nación. Ahora, está matando
también a los niños. Durante 2017, entre cinco y siete niños murieron
semanalmente por desnutrición.
La crisis que vive el país se constata en la escasez de alimentos esenciales; en la falta
de medicamentos, así como en los racionamientos de agua y de electricidad. Como
consecuencia de las políticas de expropiaciones –ya sea éstas de tierras o de
industrias o de empresas-, ataques a los
productores, tanto agrícolas como industriales, los controles impuestos por el
gobierno desde el 2003, la pésima gestión económica y la corrupción, en
Venezuela actualmente no se produce nada o casi nada y si a ello agregamos que más del 75% de lo que importa el país se
hace a través del Estado, que en la actualidad carece de divisas, se comprende
entonces los disturbios, protestas y los
saqueos de tiendas de comestibles ante la falta de alimentos.
La inflación alcanzó en el 2017, el 2616%. Solamente en el pasado mes
de diciembre llegó al 85%. El FMI prevé una inflación en el 2018 de 13.000%,
otros expertos la llevan hasta un 200.000%. Es un proceso nefasto que afecta a todas las
familias venezolanas pero sin lugar a dudas a las de menores ingresos. Hoy en
día como mínimo el 82% de la población (25.7 Millones de 31.1 millones) se
encuentra en situación de pobreza.
Venezuela se está convirtiendo, a pasos agigantados, en
un país de pobres como consecuencia del modelo intervencionista y controlador
impuesto por la “Revolución Socialista”. El
ciudadano se ve sometido al control social del gobierno, que de esta
manera le viola sus DDHH más elementales. A título de ejemplo dos casos. El
primero de ellos es el programa de reparto de comida barata, ahora vital para
el venezolano empobrecido por la hiperinflación, a través de los CLAP’s (Comités Locales de
Abastecimiento y Producción) que tan solo en el mes de diciembre pasado atendió
al 73% de la población venezolana. El gobierno controla el sistema y por tanto
es el que decide quién recibe y quién no, lo que genera entre la población miedo
a perder esa bolsa de comida y reduce la
protesta y la participación ciudadana.
El segundo ejemplo es el famoso “Carnet de la
Patria", que es un
documento de identidad electrónico que regula el acceso a alimentos y artículos
de primera necesidad adquiridos en los (CLAP), así como a otros beneficios
derivados de la Misiones Bolivarianas. Quien
no tiene este Carnet no tiene acceso a esos beneficios, cae, por tanto, en un Apartheid social. Este carnet consiente
también al gobierno controlar los votos, lo que ocurrió durante las recientes elecciones municipales y
posteriormente en las regionales.
En fin, la crisis humanitaria por la cual atraviesa
Venezuela es consecuencia de las malas y funestas políticas públicas puestas en
prácticas, de la incapacidad gerencial,
así como de la corrupción que impera en el gobierno pero lo más grave es
que el oficialismo no acepta la
existencia de una crisis humanitaria y por tanto rechaza la ayuda
internacional.
Desde que se instauró el chavismo en Venezuela en 1999,
se han producido en nuestro país más de 300.000 muertes violentas. Ello
consecuencia de la inexistencia del Estado de Derecho, de la impunidad de los
crímenes cometidos y de una política gubernamental laxa frente a la
criminalidad. No es desatinado afirmar que estamos ante un régimen que ha
favorecido, desde sus inicios, la violencia. Caracas encabeza la lista de las
ciudades más violentas del mundo pero lo que es más grave aún es que entre las
diez primeras, además de Caracas, están
también Maturín, Ciudad Guayana y Valencia.
De conformidad con la Oficina de las Naciones Unidas
contra la Droga y el Delito, con sede en Viena, el 60% de la cocaína que entra
en Europa procede de nuestro país. Lo que es importante tener en cuenta es que
las redes de narcotraficantes en Venezuela están, fundamentalmente, en manos de
altos personeros del gobierno, sean estos civiles o militares, lo que ha hecho
que Venezuela sea clasificada por muchos como un Estado narcotraficante.
Estrechamente ligado a esto están los vínculos, que a lo largo de los años, el
régimen ha tejido con el terrorismo internacional, llámese éste las FARC, ELN,
Hizbolá o Hamas. Lo cierto es que cientos de pasaportes venezolanos sirven de
tapadera a sendos terroristas.
Como consecuencia de todo lo anterior Venezuela que era
un país receptor de inmigrantes se ha convertido, en pocos años, en un país de
emigrantes. En la actualidad más de tres
millones de venezolanos conformamos la diáspora. Colombia, los Estados Unidos y
España, son los países donde más se concentran los venezolanos. En España somos
alrededor de unos 300.000. Ningún venezolano se siente ajeno
a lo que ocurre en el suelo patrio, por lo tanto, quienes conformamos la
diáspora estamos obligados a testimoniar permanentemente sobre la tragedia
venezolana.
Concluyo estas palabras regresando al libro los Siete Sellos, Crónicas de la Venezuela
bolivariana. Siete Sellos sobre los
cuales nos invita a reflexionar Gisela Kozak Rovero, a través de la compilación
que realizó. Para cada uno de ellos he escogido una o dos frases de las
crónicas, que en mi opinión sintetizan a la Venezuela actual.
Autoritarismo:
“Si a finales del año pasado (2016), …….se instaló en el país la idea de
que estamos en una dictadura, este 2017 solo confirma, por desgracia, que
estamos en una dictadura violenta: este es el regreso de los gorilas”
Alberto Barrera Tyszka.
“Autoritarismo….es tal vez la palabra que define todas nuestras
relaciones con las instituciones, sean cuales sean”
Raquel Rivas Rojas
Crimen:
“ …cuando la noche cae, especialmente entre las 6:30 de la tarde y las
9:00 de la noche, la actividad delictiva aumenta. El miedo a que la oscuridad sirva de manto
protector para el criminal ha hecho de Caracas un pueblo fantasma”
Andrea Pinza
Hambre:
“Hecho en socialismo es
sinónimo de producto escaso, raro y distribuido solamente a quienes manifiestan
adhesión al oficialismo” “La verdad es que este modelo fracasó y la situación
actual es de sálvese quien pueda”
Eloi Yagüe Jarque
Enfermedad:
“Hoy, la salud de todo un país está en terapia intensiva”
Leonardo Padrón
Martirio:
“Todas las cuentas arrojan el mismo resultado. En apenas tres años el
régimen de Nicolás Maduro ha multiplicado exponencialmente las cifras de
represión que Hugo Chávez poseía”
Leonardo Padrón
Perversidad:
“En el caso del chavismo, cosa en la que su máximo líder era una
eminencia y Maduro un alumno aventajado, podemos cambiar estupidez por ignorancia
y maldad por perversión y el resultado sigue siendo idéntico”
José Urriola
Diáspora:
“Y lo más importante es que andas tranquilo. La libertad tiene un precio
y hay que pagarlo. Así suponga adioses y muchas lagrimas”
Pierina Sora
Muchas gracias!!
Casa América
12 de febrero de 2018.
Madrid.
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