Fernando Gerbasi
Después de 52 años de guerra
que se tradujeron en 260.000 muertos, 45.000 desaparecidos y 6,9 millones de desplazados, el
gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC-EP, la más importante que ha
existido en ese país, firmaron el 26 de septiembre de 2016 el Acuerdo de Paz.
Gobiernos anteriores al de
Santos emprendieron, con mayor o menor éxito,
procesos de paz en la búsqueda de soluciones al conflicto
armado y dejaron experiencias que fueron de gran utilidad para alcanzar este Acuerdo.
Julio César Turbay Ayala (1978
– 1982), dictó a finales de su gobierno la
primera Ley de Amnistía, pero como no fue el resultado de un proceso de diálogo
y negociación la guerrilla la rechazó.
Belisario Betancur suscribió,
el 28 de mayo de 1984, los Acuerdos de la Uribe, que llevaron a un cese al
fuego inmediato por parte de las FARC y a la incorporación de muchos de sus miembros
a la Unión Patriótica, que luego participaron en las elecciones de 1986,
obteniendo 5 senadores, 9 representantes a la Cámara, 351 concejales y 23
alcaldes. Lamentablemente alrededor de 3.000 miembros de la Unión Patriótica
fueron asesinados. Esto fue un importante retroceso.
Virgilio Barco negoció con
éxito la desmovilización del M-19, en marzo de 1.990, y en mayo la de la
mayoría del Ejercito Popular de Liberación (EPL). Por su parte, César Gaviria,
en mayo de 1.991, logró la desmovilización del movimiento indígena guerrillero
Quintín Lame. Además, a raíz de la toma de la sede de la Embajada de Venezuela
en Bogotá el 1º de mayo de 1991, para presionar una negociación, por parte de
la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, que además de las FARC la integraban el ELN y la
disidencia del EPL, se iniciaron el 3 de junio
de 1991, los Diálogos de Caracas, que luego de tres meses fueron trasladados a Tlaxcala,
en México, donde rápidamente fracasaron. Lo que había comenzado mal debía
terminar mal.
Durante el gobierno de
Ernesto Samper (1994 - 1998) el proceso más destacado fue con el ELN y el EPL,
en las llamadas conversaciones de Maguncia, en Alemania. En julio de 1998 se
firmó el famoso acuerdo de Puerta del Cielo, en la ciudad de Maguncia, que contemplaba
el desarrollo de una Convención Nacional, como espacio para la solución de los
problemas sociales y políticos de Colombia. Dicho proceso se quedó en buenas
intenciones, como consecuencia de la
precariedad intrínseca del gobierno Samper.
El proceso llevado a cabo por
Andrés Pastrana (1998 - 2002), en San Vicente del Caguán, fue quizás el mas importante de todos y
tuvo lugar del 7 de febrero de 1999 al
20 de febrero de 2002. Estos diálogos abortaron esencialmente porque las
FARC-EP creían que aún era posible una victoria militar y aprovecharon las
facilidades dadas en la famosa zona de distensión para secuestrar, asesinar, importar armamentos, exportar drogas y mejorar
su equipamiento militar.
El gobierno de Álvaro Uribe quiso
negociar en los esténtores de su mandato,
razón por la cual las FARC-EP rechazaron la propuesta y sugirieron que esas
conversaciones de paz tuvieran lugar con el nuevo presidente. No cabe duda que
Uribe, quien logró a través de su ministro de defensa, Juan Manuel Santos, grandes
triunfos militares no comprendió oportunamente que podía iniciar favorablemente un proceso negociador.
No supo interpretar que ya había conseguido un
cambio drástico en la correlación de fuerzas en lo militar y en lo político,
con relación a las FARC-EP; que el marco geopolítico regional
había cambiado pues las fuerzas de
izquierda de América Latina, llegaban al poder por la vía electoral; que tanto a nivel regional como
internacional, los gobiernos y la opinión pública eran favorables a una negociación
para ponerle fin a un conflicto ya extemporáneo y finalmente, que encontraba en
Fidel Castro y Hugo Chávez aliados favorables a una negociación.
Juan Manuel Santos si
comprendió esta nueva realidad. Por ello, a los pocos días de tomar posesión del cargo
de presidente de la República de Colombia, comenzó, tal como lo confesara
posteriormente, a escrutar las posibilidades de entablar conversaciones de paz
con las FARC-EP. Acompañados por los gobiernos de Cuba y Noruega, representantes
del gobierno colombiano mantuvieron conversaciones exploratorias con las FARC
durante año y medio, lo que permitió suscribir, el 26 de agosto de 2012, el
“Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz
estable y duradera”, que sentó las bases para las conversaciones que tuvieron
lugar en La Habana durante 1.459 días, es decir cuatro años menos 1 día pues concluyeron el 25 de agosto de 2016.
El Acuerdo para la Paz es muy
largo, 279 páginas, complejo, amplio y difícil de comprender pero sigue la hoja
de ruta que se trazaron los negociadores en La Habana en agosto de 2012. Por
ello sus temas fundamentales, de manera muy apretada, son, una propuesta integral de desarrollo
rural tras reconocer que el conflicto armado encuentra su razón de ser en lo
relativo a la tenencia de la tierra. La participación política de la nueva
oposición a través de una apertura democrática que fortalezca el pluralismo. El
fin del conflicto armado lo que persigue construir es el ejercicio de la
política sin armas como consecuencia de una convivencia civilizada. En materia
de narcotráfico las partes se comprometen en una solución conjunta e integral.
En relación a las víctimas del conflicto lo que se pretende es la
reconciliación nacional sin que exista impunidad; es aquí donde entra en juego
la justicia transicional, que tanta discusión ha generado pero muy necesaria en
los post conflictos armados. Finalmente, está lo relativo a la implementación,
verificación y refrendación del Acuerdo, que sólo tendrá validez en la medida
en que el pueblo colombiano vote sí a favor del Acuerdo el 2 de octubre
próximo.
El Acuerdo que se acaba de
firmar no es la panacea ni resuelve todos los problemas de un día para otro. Es
el inicio de un proceso en el que debe prevalecer la buen fe de las partes, la
voluntad de cambio y la búsqueda de una cultura para la paz que penetre en
todas las capas de la sociedad. Su puesta en práctica tomará años, posiblemente
décadas y será el esfuerzo de generaciones convencidas que solo a través de la
paz podrán progresar, generar un país mas igualitario, con políticas sociales
de amplio espectro y alcance. En fin, hacer de Colombia un país más prospero de
lo que es hoy en día y con un mayor peso internacional.
Es por todo eso que los
colombianos apoyarán el Acuerdo con su voto el día 2 de octubre, porque ante
todo están convencidos que hay que darle una oportunidad a la paz.
No habrá otra oportunidad.
27 de septiembre de 2016.
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@fernandogerbasi
Publicado en: www.elcorreodelorinoco.com
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