I.- Consideraciones Generales
La
política exterior adelantada por el gobierno de Nicolás Maduro se concentró en
promover un liderazgo personalista con base en el carisma de Hugo Chávez, ingresos
petroleros abundantes y la difusión de un proyecto político-ideológico
autoritario, anticapitalista y anti occidental.
En 2015, con Maduro como presidente y
heredero designado de Hugo Chávez, se evidenció que aquellos elementos
fundacionales se han agotado: el líder carismático desapareció físicamente, el
financiamiento se ha desvanecido por causa de la caída de los precios
petroleros, del despilfarro populista y de una colosal corrupción. El proyecto
político ha resultado un fiasco social y económico cargado de serias
incongruencias y contradicciones en la práctica. El año culmina con un rotundo rechazo popular
al régimen en las elecciones legislativas del 6 de diciembre, presenciado y
constatado por la opinión pública y la comunidad internacional.
El descalabro nacional tuvo su contraparte
internacional. Nunca antes el activismo internacional del gobierno había
obtenido tan magros resultados. El año 2015 fue de una creciente y notoria
pérdida de influencia del régimen en la escena internacional, resultado no sólo
de su reducida capacidad de comprar voluntades y de las numerosas polémicas
promovidas por el gobierno Maduro hasta con gobiernos afines ideológicamente,
considerados “aliados estratégicos”, sino también de cambios en el entorno
regional e internacional.
A diferencia de años anteriores, cuando la
bonanza petrolera permitía repartir tales recursos para forjar alianzas, consolidar
socios y promover el proyecto del socialismo del siglo XXI, los nuevos tiempos
provocaron un alejamiento y nuevas prioridades en los antiguos socios y
beneficiarios.
II.-
Distanciamiento de Gobiernos antes afines
Es evidente el distanciamiento pragmático de
las naciones del Caribe en la búsqueda de nuevos benefactores al norte del
hemisferio. O la duplicidad del régimen de La Habana, con sus secretas
conversaciones para arreglar diferencias con sus históricos enemigos mientras continuaba
explotando económicamente su notoria influencia política sobre la orientación y
destinos de Venezuela. Incluso Brasil, el principal “aliado estratégico”
del gobierno, varió el tono de su discurso
con respecto a los acontecimientos políticos en nuestro país, y, como pocas
veces, planteó críticas ante al comportamiento
antidemocrático del gobierno de Maduro, las violaciones a los derechos
humanos y la necesidad de un diálogo con la oposición venezolana.
Otros gobiernos y organismos internacionales
- salvo honorables excepciones-, por años renuentes a denunciar la deriva
totalitaria del régimen, cuestionaron abiertamente las políticas y acciones
adelantadas por Maduro, especialmente en materia de los derechos humanos,
vigencia del Estado de derecho y comportamiento democrático. En ese mismo orden, varios ex jefes de Estado
iberoamericanos llamaron la atención a las alteraciones del orden
constitucional que aquí ocurren. La aplicación a Venezuela de la Cláusula
Democrática prevista en la Carta Democrática Interamericana y los Protocolos de
Mercosur de defensa a la democracia llegaron a ser públicamente debatidos en el
ámbito regional.
Pero no sólo el estado de la democracia y los
derechos humanos en Venezuela concitaron la prudencia en las relaciones de
otros gobiernos y debilitaron la defensa de la soberanía nacional. Fue el caso
de la militarización y cierre unilateral de la frontera con Colombia y la creación de zonas de excepción. El ataque
indiscriminado contra la tradición de integración fronteriza con Colombia con
la irracionalidad de la aplicación de dichas medidas no ha resuelto ninguno de
los graves problemas que afectan la vida en la frontera: el contrabando, el
narcotráfico, la existencia de grupos irregulares, fuerzas terroristas y paramilitares, y la corrupción entre otros;
por el contrario, los ha agravado y ha generado nuevos problemas al deprimir
significativamente la dinámica actividad económica y comercial de la frontera.
El consecuente colapso de la economía de
frontera y las transgresiones al derecho humanitario internacional causaron
alarma y reprobación a nivel regional y mundial. La debilidad institucional de
la Cancillería venezolana y la improvisación en el manejo del reclamo de
soberanía sobre el Esequibo fue vista como una ocasión por el gobierno de
Guyana para provocar una crisis bilateral, desafiar la solidez del Acuerdo de
Ginebra y descarrilar el proceso de buenos oficios del Secretario General de la
ONU. Las sanciones impuestas por Estados Unidos a un grupo de altos
funcionarios involucrados en violaciones a los derechos humanos y actos de
corrupción, así como los procesos de investigación abiertos en dicho país por
presuntas vinculaciones de altos personeros con el narcotráfico y lavado de
dinero, tuvieron impacto negativo adicional sobre la percepción que la
comunidad internacional tiene del gobierno de Venezuela.
La caída del ingreso petrolero de Venezuela
y la imposibilidad de revertir esta
realidad, tuvo también en 2015 amplias repercusiones sobre la soberanía
nacional y las relaciones internacionales de la República. La práctica de
hipotecar el país para financiar, no el desarrollo de la Nación sino el
proyecto político del régimen, alcanzó características y magnitudes alarmantes
con el endeudamiento con la República Popular China. Las entregas de crudo
derivadas de esta deuda han minado gravemente la independencia económica de
Venezuela y, combinadas con la entrega territorial que son las concesiones
repartidas a aliados del régimen en la Faja del Orinoco, han vuelto a convertir
su principal industria en la propiedad de facto de naciones extranjeras. Nunca
en los tiempos modernos Venezuela ha estado tan débil ni tan penetrada por
intereses foráneos como al cierre de 2015.
III.
Multipolarismo
El discurso oficialista pretendía fortalecer
el papel los grupos políticos de base, la diplomacia de los pueblos, la
democracia participativa, el multipolarismo, el comercio de los pueblos, la
visión anti sistema y el cuestionamiento a los liderazgos hegemónicos como los
Estados Unidos. Como expresiones concretas del discurso rupturista encontramos:
la ALBA, la Continental Bolivariana, y
el apoyo petrolero de organizaciones como Petrocaribe.
En la práctica toda esta plataforma, plasmada
como una de las vertientes del llamado Plan de la Patria adoptado por Hugo
Chávez y retomada como línea de política exterior por el gobierno de Nicolás
Maduro, además de ajena a los intereses nacionales, ha resultado en un
dispendio irracional de recursos imposible de mantener y en un creciente
marginamiento de Venezuela de los grandes cambios en que la comunidad
internacional está embarcada, tanto en el plano político, económico, humanitario y ambiental.
El “multipolarismo”,
idea que pretendía jugar un papel central en el proyecto bolivariano en su
intento por fomentar un orden internacional alternativo, enfocado, entre otras
metas, en la promoción de los liderazgos emergentes de las potencias
intermedias de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica); en el lanzamiento
de nuevos esquemas multilaterales y de integración como la ALBA; y en la
promoción de movimientos críticos anti sistema como el Foro Social, demostró
tener poca sustentación.
Por otra parte la actuación en el seno del
Consejo de Seguridad de la ONU como miembro no permanente a la largo del 2015,
se limitó a tratar de frenar los avances de la comunidad internacional hacia un
mundo más interdependiente y más corresponsable, más comprometido con la
defensa activa de los valores que la ONU representa, haciéndose a menudo
portavoz de los intereses de regímenes no democráticos y violadores de derechos
humanos bajo el justificativo de la no injerencia en asuntos internos. El
“multipolarismo” ha sido así simplemente una excusa para fomentar barreras en
la lucha contra las aberraciones cometidas en el mundo contra los derechos
humanos y la progresión de los valores democráticos.
El uso recurrente de la diplomacia de los
pueblos en el discurso oficial como otro elemento determinante de la política
exterior, ha resultado contradictorio en la medida que se ha presentado tanto
una marcada tendencia militarista, tanto por la carrera armamentista, como por
el papel protagónico de las fuerzas armadas en la conducción de la política;
como, al progresivo deterioro en el respeto de los derechos humanos.
IV.
Derechos Humanos
Los derechos
humanos representa uno de los temas más contradictorios de la política
exterior del gobierno. El discurso oficial pregona participación, inclusión,
felicidad y, en la práctica nos encontramos con un sistema que violenta los
derechos humanos en sus diversas manifestaciones, con la polarización, la
exclusión, la criminalización de la protesta, la persecución de la disidencia,
el cerco a la libertad de expresión, la censura, las detenciones arbitrarias,
la tortura física y psicológica.
El largo inventario de violaciones de los
derechos humanos constituye uno de los temas que enciende las alarmas contra el
gobierno de Venezuela y ha sido objeto de denuncia por las diversas
instituciones que velan por el cumplimiento de esta normativa; al respecto,
cabe destacar las denuncias del sistema de Naciones Unidas, en especial en el
Examen Periódico Universal y las continuas críticas del sistema interamericano
de defensa de los derechos humanos, en especial de la Comisión Interamericana y
de la Corte Interamericana de derechos
humanos.
V.
Tema Esequibo
Otra de las áreas de la política exterior
donde han reinado las contradicciones y los errores son las fronteras
terrestres y marítimas de la República. En el 2015, después de, por lo menos,
11 años de abandono de la reclamación y de la defensa de nuestros derechos en
la fachada atlántica del Delta del Orinoco, el Gobierno Maduro invirtió el rumbo y puso el tema del Esequibo en el primer plano de la agenda del Gobierno.
El cambio de política tuvo como objetivos evidentes: Tratar de recuperar puntos
en el apoyo popular en vista de las elecciones parlamentarias, manipulando el
mensaje nacionalista. Distraer la atención del desastre socioeconómico. Poner
en dificultad a la oposición exigiéndole
unidad nacional frente a la supuesta agresión de la Exxon, el Imperio y sus
“títeres” guyaneses. Calmar y distraer al sector de la FAN preocupado por la
reclamación y la defensa de la fachada atlántica.
En la
actualidad y según el Acuerdo de Ginebra de 1966, el Secretario General de la
ONU, debe decidir si mantener el procedimiento de buenos oficios, como lo
solicita Venezuela, o escoger algún otro de los mecanismos de solución pacífica
de controversias previstos en el art.33 de la Carta de la ONU, como lo reclama
Guyana.
Ante este delicado tema, el Grupo Ávila es de la opinión
que el gobierno debería nombrar,
con urgencia, un negociador-facilitador por Venezuela a tiempo completo,
asistido por un equipo de funcionarios y apoyado por una comisión de expertos; reafirmar públicamente que
la salida libre al Atlántico no es negociable, reclamar enérgicamente cualquier
violación del statu-quo en el territorio esequibo y en su zona de proyección marítima, mantener
el patrullaje tradicional de la Armada en nuestra fachada atlántica; buscar un gran consenso nacional, a través de
la consulta y el diálogo con los diversos actores nacionales, para explorar los
caminos más convenientes para avanzar en nuestra reclamación; y defender
internacionalmente la justicia de nuestra reclamación, nada de lo cual fue
cumplido con propiedad y continuidad en el 2015.
VI. Soberanía
Paradójicamente,
el manoseado argumento de la defensa de
la soberanía contra supuestas amenazas externas, principalmente del
“imperio” y sus aliados, fue un reiterado manejo propagandístico del
gobierno. En realidad, en este año, hay
sobradas razones para calificar de negligente las actuaciones internacionales
del gobierno en esta materia. Citemos tan sólo dos ejemplos: la dependencia
económica ante China y la dominación e influencia de Cuba. Con respecto al
primero ya hemos señalado en párrafos anteriores la peligrosa dependencia
financiera; y en cuanto a lo segundo ya no sólo se trata de la afinidad
ideológica con La Habana sino la entrega del control de sectores sensibles en
materia de defensa y seguridad. Por último, y no menos importante, está el caso
ya comentado de Guyana, país al cual con negligencia manifiesta se le ha permitido desconocer las
bases jurídicas del proceso seguido hasta la fecha y llevar adelante el otorgamiento de concesiones de exploración
a un consorcio petrolero chino-estadounidense, no sólo en áreas submarinas de
la zona en reclamación, sino hasta en la fachada atlántica del Delta del
Orinoco, incuestionablemente venezolano.
Con tales
antecedentes, mal puede un gobierno calificarse de defensor de la soberanía
nacional.
VII. Comercio e Integración
Otro de los temas donde se aprecian las
contradicciones de la política exterior bolivariana tiene que ver con la
inserción en la economía mundial y, en particular en los temas del comercio y la integración económica. En el discurso inicial el proceso bolivariano pregonaba
la integración regional como una bandera fundamental, pero con una dura crítica
al libre comercio y la integración comercial que se había desarrollado en la
región desde la década de los sesenta. En el nivel discursivo propone, sin
mayores precisiones, el comercio de los pueblos y la nueva integración
satanizando el libre intercambio y sin valorar sus bondades en la generación de
empleos, inversiones y bienestar social.
Como resultado del falso discurso en la
práctica, se dispuso el retiro de la Comunidad Andina y del Grupo de los Tres y
la incorporación como miembro pleno del Mercosur, sin promover las
transformaciones necesarias para lograr mayor equidad y participación en el
comercio internacional. Entre las contradicciones se aprecia que la dura
crítica al libre comercio y a la integración comercial, no considera sus
beneficios en estímulos a la producción y la productividad, diversificación e
incremento de las exportaciones, generación de empleo y del bienestar social.
Es cierto que en la dinámica de la
integración económica se requiere de importantes ajustes que permitan una mayor
participación de los diversos sectores y la consolidación de mecanismos que
permitan garantizar mayor equidad para los sectores más débiles, pero la
crítica desproporcionada sin la reingeniería de las instituciones ni la
generación de nuevas alternativas más eficientes, termina en un discurso vacío
que se agota en el tiempo. Por otra parte, debemos destacar la incoherencia de
la crítica que cuestiona el libre comercio de las zonas de libre comercio en
los esquemas de integración económica, pero, en la práctica los países miembros
de la ALBA han utilizado el libre comercio cambiando su nombre por el comercio
de los pueblos sin establecer los mecanismos jurídicos que sirvan de equilibrio
y equidad como las normas de origen, las salvaguardias comerciales y la
solución de controversias.
La incorporación
en el Mercosur amerita una reflexión aparte por las serias contradicciones
que el gobierno muestra al concretar el ingreso. Éste obedeció a razones
fundamentalmente político-ideológicas, y a que en ese bloque comercial
predominaban gobiernos afines. La contradicción señalada se evidencia
palmariamente entre las normativas suscritas de libre comercio, apertura de
mercado y respeto de los derechos humanos vigentes en el Mercosur, y la
posición ideológica del gobierno venezolano actual, contraria a tales
principios.
No obstante, aquel ambiente de “cohesión
ideológica” se deteriora con la salida del Presidente Lugo en Paraguay, el
debilitamiento del partido de los trabajadores en Brasil, la prudencia política
del Presidente Tabaré Vázquez en Uruguay, y el triunfo del Presidente Mauricio
Macri en Argentina que conlleva el final de la hegemonía de los Kirchner.
Con un Mercosur tratando de retomar sus bases
técnicas, económicas y comerciales vigentes en sus acuerdos fundacionales, las
contradicciones con el Mercosur se incrementan, lo cual pudiera llevar al
gobierno venezolano a un eventual retiro del bloque.
VIII.
Medio Ambiente
En el tema
ecológico también podemos apreciar las contradicciones de la política
exterior bolivariana. En sus inicios la ecología se presenta como uno de los
temas banderas del proceso, el falso discurso de presentar a la revolución como
la antítesis del consumismo capitalista, o el nuevo paradigma de la
transformación ecológica; empero, en la práctica la realidad, como en todos los
países autoritarios es bien distante del discurso. El poder pretende controlar
toda la economía y lo ecológico no constituye tema de atención. En esta
tendencia se inscribe la eliminación del Ministerio del Ambiente, el creciente
desinterés por cualquier restricción ecológica para el desarrollo de sus planes
de control y dominación económica, y el bajísimo nivel de actuación de
Venezuela en la Cumbre de París sobre el cambio climático.
IX. Desprofesionalización del
Servicio Exterior
Por otra parte, hay que destacar que el factor humano responsable de
hacer y promover todo lo concerniente a la política exterior del país es causa
fundamental del descalabro aquí descrito.
Sistemáticamente se ha ido desmantelando, y por ende
desprofesionalizando, todo el equipo principal de funcionarios responsables de
nuestra Cancillería. En lugar de planificar y ejecutar una Política Exterior de
Estado, cada vez más se ha hecho una Política Exterior del Gobierno de turno, y
peor aún, del Partido en el poder. Para ello fue necesario deshacerse
paulatinamente de más de 300 calificados diplomáticos, en
su mayoría egresados de la Escuela de Estudios Internacionales de la
Universidad Central de Venezuela, los cuales han sido sustituidos
generalmente por personas ideológicamente identificadas con el actual régimen,
pero con baja calificación profesional y técnica en la materia internacional.
A ello se agregan otros factores negativos: el nepotismo, la creciente
militarización del personal del Servicio Exterior y el trato displicente al
Cuerpo Diplomático acreditado en el país.
Importantes logros del pasado, en especial los Concursos de Oposición
para el ingreso de profesionales bien formados, han sido eliminados, y la
Academia Diplomática Pedro Gual es utilizada cada vez más con fines
ideológicos, desdeñando así los intereses reales del país.
La Ley del año 1962 que regulaba al Servicio Exterior fue derogada
en 2001 y luego de varios cambios se estableció que absolutamente todos los
funcionarios diplomáticos de la Cancillería sean de libre nombramiento y
remoción, desapareciendo de hecho la carrera diplomática.
X.
Punto de inflexión
Las elecciones legislativas del 6 de
diciembre fueron un punto de inflexión para la comunidad internacional que,
alarmada por la situación de Venezuela, volcó su atención en el seguimiento a
este proceso. Más de 100 invitados internacionales presenciaron en Caracas
estos comicios y muchas organizaciones advirtieron sobre el desequilibro con el
cual se desarrollaron los comicios.
Como pocas veces, la comunidad internacional
siguió cuidadosamente esta campaña electoral. Los llamados formulados por el
liderazgo opositor en el sentido de contar con
una observación internacional independiente, calificada y con protocolos de actuación
reconocidos, fue respaldada por incontables declaraciones del exterior que
incluyó una reacción sin precedentes del Secretario General de la OEA, quien en
una extensa comunicación dirigida al Consejo Nacional Electoral, se refirió a
la ausencia de garantías en el proceso
electoral al tiempo que advirtió sobre los notorios desequilibrios e inequidades
que impiden que el proceso sea libre, transparente y confiable.
Al cierre de 2015, los resultados de las
elecciones legislativas no sólo cuestionan el modelo chavista en su vertiente
interna sino que ponen en entredicho sus principios y metas a nivel
internacional.
Comentario
final
Ante tantos desarrollos contrarios al interés
de la nación que se evidenciaron a lo largo del 2015, resulta fundamental una
profunda revisión de la política exterior para lograr una política de Estado
con la participación de la sociedad sin discriminaciones y para el beneficio de
todos. La vertiente internacional del
mal llamado Plan de la Patria evidencia como pocas el desvarío integral que
compromete la integridad, el desarrollo y la seguridad de la República.
Caracas,
enero 2016
El Grupo Ávila, creado en mayo de 2005, está integrado
por: Milos Alcalay; Pedro Pablo Aguilar; Rodrigo Arcaya; Félix Gerardo
Arellano; Erik Becker Becker; María Teresa Belandria; Carlos Bivero; Jocelyn C.
Henríquez Schemel; Guillermina Da Silva; Sadio Garavini Di Turno; Fernando
Gerbasi; Beatríz Gerbasi de Drastrup; Edmundo González Urrutia; Rafael
Hernández; Emilio Nouel; Rosario Orellana Yépez; Alexandra París Parra; Norman
Pino De Lion; Adolfo P. Salgueiro; José Ramón Sánchez; María Teresa Romero;
Maruja Tarre; y Adolfo R. Taylhardat.