Fernando Gerbasi
El pasado 6 de diciembre de 2015,
ocurrió un cambio democrático radical en la política venezolana con el
favorable resultado electoral obtenido por los candidatos de la MUD a la AN.
La nueva Asamblea Nacional, y
conviene recordarlo, quedó integrada de la siguiente manera: 112 diputados para
la MUD, lo que representa el 67,07% y 55 diputados para el PSUV, lo que constituye
el 32,39%. La oposición democrática obtuvo la mayoría calificada.
El gobierno y el oficialismo,
tuvieron que aceptar los resultados electorales del 06 de diciembre de 2015,
por dos importantes razones. En primer lugar, por la posición institucionalista
de respetar los resultados electorales adoptada por las Fuerza Armada Nacional
a su más alto nivel, como consecuencia de la presión que ejerció la oficialidad
de los mandos medios que en definitiva son quienes controlan y ejercen
autoridad sobre la tropa. En segundo lugar, por la presión internacional personificada
en la presencia en Venezuela de 98
diputados latinoamericanos y europeos y de seis ex presidentes de nuestra
región, que fue esencial para afirmar
los resultados electorales.
No obstante todo lo anterior, el gobierno, cae en un autismo
perniciosos derivado de su ceguera ideológica y se sume en su crisis terminal.
Se encierra en si mismo y no comprende aún lo que los venezolanos le dijeron el
06 de diciembre de 2015, al votar masivamente por los candidatos de la
oposición para la Asamblea Nacional, agrupados en la MUD. No quiere dialogo, no
respeta la independencia de los poderes y, peor aún, provoca el innecesario
enfrentamiento entre ellos. Para prueba un botón, la decisión del TSJ, poder
subordinado a los dictámenes del ejecutivo, de declarar vigente el decreto de emergencia
económica que la Asamblea Nacional, en el marco de sus atribuciones
constitucionales, había rechazado.
No cabe duda que Venezuela pasa por uno
de los peores momentos de su historia. El gobierno es único responsable de la critica situación
por la que atraviesa el país como consecuencia del desabastecimiento, carencia
de medicinas, incremento sostenido de la inflación, escasez de divisas,
inseguridad ciudadana, pero no quiere afrontar los problemas con un cambio
radical de políticas.
La dependencia de las exportaciones del
petróleo y sus derivados, que representan ahora el 96% de nuestros ingresos por
exportación, nos han colocado en una situación de elevadísima vulnerabilidad
como consecuencia de la caída de los precios internacionales de los
hidrocarburos. Esta mayor dependencia del petróleo fue provocada por el
régimen, a lo largo de los años, que solo a través de un incremento sustancial
del ingreso de petrodólares, estaba en capacidad de subsidiar a otros países,
como el caso de Cuba, o poner en marcha mecanismos mal llamados de cooperación
para lograr apoyos externos que le dieran sustento a su hoy en día fracasado
socialismo del Siglo XXI.
Venezuela requiere de la cooperación
internacional para poder afrontar la crisis y se nos exigirán, sin lugar a
dudas, sacrificios. Mas que nunca requerimos de un liderazgo capaz de señalar
el camino con honestidad, dispuesto a sacrificarse en cuanto sea necesario
introducir dolorosos correctivos pero con la suficiente capacidad de
desprendimiento y visión para que su acción sea reconocida, en su justo
momento. La historia no se escribe, se hace.
@fernandogerbasi
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