Fernando Gerbasi
Comenzó con lo que parecía un chiste pues
todos rieron. En verdad Raúl Castro anunciaba sus claras intenciones al decir que
al igual que a los otros Jefes de Estado se le había pedido que hablara 8
minutos, pero como a él lo habían
excluido de las 6 Cumbres anteriores se le debía tiempo y por lo tanto hablaría
48 minutos, 6 X 8 = 48. No fue tan lejos, tan solo habló 42 minutos.
Fue un discurso en el que realizó, entre
otros, un análisis histórico de las
guerras, conquistas e intervenciones de los Estados Unidos en la América Latina
pero muy particularmente en Cuba, incluyendo el período revolucionario iniciado
el 1º de enero de 1959. Pero además, fue un discurso donde despuntó la pasión
pero también prevaleció la racionalidad, particularmente cuando dijo lo
siguiente:
“Después
de decir tantas cosas duras de un sistema, es justo que le pida disculpas,
porque yo soy de los que pienso —y así se lo he manifestado a unos cuantos jefes
de Estado y de Gobierno que veo aquí, en reuniones privadas que he tenido con
ellos en mi país al recibirlos— que, según mi opinión, el Presidente Obama es
un hombre honesto. …… Admiro su origen humilde, y pienso que su forma de ser
obedece a ese origen humilde.”
Además, disculpó a Barack Obama de los
enfrentamientos entre Cuba y los Estados Unidos, que en su opinión eran
responsabilidad de los 10 presidentes
anteriores de este último país.
Decir que “el Presidente Obama es un hombre
honesto” no fue una frase en el aire. Por el contrario, fue una frase cargada
de profundas intenciones.
¿Cómo podía justificar el gobierno cubano
el acercamiento con los Estados Unidos? Solo reconociendo que quien se
encuentra actualmente en la Casa Blanca era distinto a los anteriores
presidentes, no tenía vínculos con ese pasado lleno de tensiones entre La
Habana y Washington, eterno y permanente enemigo señalado de la Revolución y
causante, como consecuencia del embargo iniciado en 1962 bajo la era Kennedy,
de todos los males que han sufrido y sufren los cubanos.
Si Obama es un hombre honesto, entonces
Raúl Castro si podía afirmar “…… nuestra disposición al diálogo respetuoso y a
la convivencia civilizada entre ambos Estados dentro de nuestras profundas
diferencias”
Ese reconocimiento al “hombre honesto” hay
que traducirlo en la tenaz voluntad de impulsar y continuar ese diálogo
diplomático – político que se inició hace menos de tres meses, y que se vio
reforzado por lo conversado y convenido entre los dos presidentes en la Cumbre
de Panamá. Es muy posible que veamos, más pronto de lo previsto, embajadores en
ambas capitales. Pero también mayores inversiones norteamericanas en la isla,
una presencia más que importante de turistas, ya sean estos estadounidenses o
de origen cubano, y un flujo cada vez mayor de intercambio comercial,
tecnológico, incluyendo la informática, entre ambos países.
Al calificar a Obama de “hombre honesto” y
eximirlo de políticas imperialistas anteriores, Raúl Castro echa por tierra el trajinado
discurso populista anti norteamericano que le ha hecho tanto daño a la América
Latina, pues no nos ha permitido reconocer nuestros propios errores y la
mayoría de las veces incapacidad para poner en marcha las políticas públicas
apropiadas.
No cabe duda que estamos a las puertas de
una nueva era en las relaciones entre Estados Unidos y la región, lo que
llevará a importantes reajustes geopolíticos, incluso al interior de muchos de
nuestros países. Además, la influencia que particularmente China y hasta cierto
punto Rusia han alcanzado durante los últimos años en nuestra región, se verá
contrarrestada por una relación más cooperativa y concreta entre los Estados
Unidos y la América Latina.
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