domingo, 23 de octubre de 2011

La década de los setenta en las relaciones internacionales.


Fernando Gerbasi


Para algunos la rivalidad entre el capitalismo y el comunismo, que se inicia en 1917 con el triunfo de la revolución bolchevique y su reto al capitalismo, es lo que da origen a la Guerra Fría. Otros, sitúan el inicio de este proceso entre 1945 – 1947, con la aparición de profundas diferencias en el seno de la alianza de países que habían luchado contra el Eje durante la Segunda Guerra Mundial. De lo que no cabe duda, es que durante cuatro décadas la guerra fría – que  no fue otra cosa que el conflicto entre el bloque socialista y  el bloque occidental, con las dos superpotencias a la cabeza, en los campos político, económico y propagandístico y en menor medida en el propio frente militar – marcó, en todos sus aspectos, el desarrollo de las relaciones internacionales. Su lado más terrible y dramático fue el miedo a una guerra atómica que se instauró en el mundo, especialmente en momentos de mayor tensión como fue el caso de la crisis de los misiles de Cuba en el año de 1962.

A finales de los años sesenta y durante toda la década de los setenta se instaura, entre los Estados Unidos y la URSS, un proceso de diálogo encaminado  al control de sus  relaciones bilaterales y a darle cierta direccionalidad al orden internacional como un todo. Este período es conocido como la distensión.

Para Olef Palme, la distensión significó mucho durante los setenta y representó esencialmente un “equilibrio de poder militar, en la capacidad mutua de destrucción, que hacía que una guerra entre las superpotencias principales apareciese como imposible”.

Para lograr lo anterior, los Estados Unidos y la URSS, conscientes de la escalada nuclear en otros países, lo que necesariamente ponía en riesgo la seguridad del mundo como un todo, alcanzaron el consenso para  la adopción de un Tratado de No Proliferación Nuclear que firmaron el 1° de julio de 1968. A raíz de la suscripción del TNPN se lograron otros acuerdos que redujeron sustancialmente el peligro de una guerra nuclear entre las dos superpotencias. Los tratados más importantes suscritos al respecto fueron los siguientes:


  • 1968: Tratado de No Proliferación Nuclear. (TNPN): Regulaba la posición de las cinco potencias nucleares, a saber, los Estados Unidos, la Unión Soviética, el Reino Unido, Francia y China como "Estados Nuclearmente Armados". Los demás países tenían prohibida la posesión, creación o adquisición de armas nucleares u otros artefactos nucleares.
  • 1972: Acuerdo ABM. Acuerdo bilateral entre los Estados Unidos y la Unión Soviética para limitar el uso de misiles antibalísticos.
  • 1972: Acuerdo SALT I (Strategic Arms Limitations Talks)
  • 1979: SALT II. Ambos Tratados fueron firmados entre los Estados Unidos y la URSS y tenían por finalidad limitar la cantidad de armamento nuclear, a la vez que prohibían los ensayos nucleares sobre tierra y en el mar.
  • 1973: Acuerdo de Prevención de Guerra Nuclear. Firmado por los EE.UU. y la URSS el cual  vinculaba a ambas partes a consultarse en situaciones que pudieran desembocar en una guerra nuclear.


La puesta en práctica de la Ostpolitik,  por parte del Canciller alemán Willy Brandt, contribuyó grandemente a la distensión ya que la cuestión alemana había sido elemento esencial de la guerra fría. La Ostpolitik o política del este, tendía a normalizar las relaciones de la República Federal Alemana (RFA) con la Europa  comunista y más particularmente con la República Democrática Alemana (RDA). Partía de la tesis que el cambio era posible si las partes se acercaban. La RFA firmó un tratado de no agresión con la URSS (1970) por medio del cual ambas naciones renunciaban al uso de la fuerza y aceptaban la inviolabilidad de las fronteras existentes. El acuerdo cuatripartito de Berlín (1971) confirmó la autoridad de las cuatro potencias ocupantes de la ciudad y flexibilizó las comunicaciones entre ambas partes de la ciudad, permitiendo el paso de los ciudadanos occidentales a la sección oriental de Berlín. Con Polonia (1970) y Checoslovaquia (1973), se suscribieron tratados que significaron el reconocimiento de las pérdidas territoriales alemanas así como la abrogación del Pacto de Munich de 1938.

Particular mención merece el Tratado suscrito con la RDA (1972), por medio del cual ambas naciones reconocían mutuamente su existencia. Dicho Tratado  permitió, consecuentemente, que en el año de 1973 las dos Alemanias ingresarán a la ONU lo que significó que la comunidad internacional admitía definitivamente la división de este país.

La distensión fue consecuencia tanto de factores económicos como políticos, lo que llevó a ambas superpotencias a encontrar un terreno común de entendimiento que preservara sus intereses individuales. La inversión necesaria por parte de Washington como de Moscú para instalar sistemas antibalísticos de defensa, significaba erogaciones cuantiosas. Además, los Estados Unidos tuvieron que gastar sumas importantes para financiar la guerra de Vietnam que tan sólo concluyó en abril de 1975. Por su parte, la URSS tuvo que hacer frente a una producción agrícola estancada y necesitaba de ayuda económica exterior. Además, la URSS confrontaba la resistencia de la República Popular China como consecuencia de la ruptura política con este importante aliado que se había iniciado a raíz del XX Congreso del Partido Comunista de 1961 celebrado en Moscú, cuando Mao se opuso a la desestalinización y a la coexistencia pacífica sustentada por Kruschev. El ingreso de China a la ONU en 1971 y el viaje de Nixon a este país en 1972, contribuyó a la instauración de una diplomacia triangular entre Washington, Moscú y Beijing.

Se puede señalar que los Estados Unidos, URSS y China tuvieron conciencia de los límites de su poder. Estados Unidos con la derrota sufrida en Vietnam, China en sus relaciones con la URSS y esta última a raíz de la crisis de Cuba. Consecuentemente, era necesario poner en marcha la diplomacia para replantear las relaciones entre las tres superpotencias y tratar de reducir las áreas de tensión. Es en este contexto que se convoca, en Helsinki,  la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (1975), con la participación de todos los países europeos, con excepción de Albania y, de los Estados Unidos y Canadá como miembros de la Alianza Atlántica. El Acta de Helsinki -que no fue un tratado- eran 110 páginas llenas de buenas intenciones que reflejaban las realidades e ilusiones de la distensión. En ella se reconocieron las fronteras surgidas de la Segunda Guerra Mundial, se fortaleció la cooperación económica entre ambos bloques y los países del bloque comunista se comprometieron a respetar los derechos humanos y las libertades de sus ciudadanos.

Los países del llamado Tercer Mundo que fueron campo de batalla de las dos superpotencias, encontraron a partir de los setenta con la creación de organizaciones regionales, un mayor protagonismo. Durante esta década irrumpen en la escena internacional con sus reivindicaciones económicas.

El 6 de octubre de 1973, en ocasión de la fiesta religiosa judía del Yom Kippur, Egipto y Siria lanzaron una ofensiva militar por sorpresa contra Israel traspasando la línea de armisticio del Sinaí y de los Altos del Golán. Estos territorios habían sido ocupados por Israel durante la Guerra de los Seis Días en 1967. La consecuencia directa de esta guerra fue el embargo petrolero a Occidente y la rebaja de la producción por parte de los países árabes, lo que  desencadenó la drástica subida del precio internacional del crudo, que se cuadruplicó  llegando a 12 dólares el barril. Esto tuvo como resultado que  las economías industrializadas que habían vivido casi tres décadas de crecimiento ininterrumpido entraran en crisis. Este es el momento en que la OPEP comienza a demostrar su fortaleza.

El Movimiento de Países No Alineados, que se crea en Belgrado en 1961 para formular sus propias posiciones independientes, como países débiles y económicamente subdesarrollados, frente a la confrontación Este – Oeste,  adopta, durante su IV Conferencia que tuvo lugar en Argel, en 1973, una importante Declaración Económica en la que se analiza el estado del sistema internacional y la situación de los países en vías de desarrollo. Deciden convocar a la Primera Conferencia Ministerial de los países en desarrollo sobre materias primas, en Dakar durante el año de 1975, a fin de elaborar una estrategia eficaz para reestructurar el comercio mundial de las materias primas y fortalecer su poder de negociación; igualmente, invitan al Secretario General de la ONU a que convoque un período extraordinario de sesiones de la Asamblea General, a alto nivel político, dedicado “exclusivamente a los problemas del desarrollo”.

Durante seis semanas, entre abril y mayo de 1974, se celebró en la ciudad de Nueva York la VI Asamblea Extraordinaria de las Naciones Unidas, en momentos en que la economía mundial vivía serias dificultades derivadas de la inflación reinante en los países industrializados y de la crisis energética, aunado al inicio del fuerte endeudamiento de los países en desarrollo, en especial latinoamericanos (Argentina, Brasil y México). Esta situación afectaba adversamente las economías de los países del Tercer Mundo y las posibilidades reales de acelerar su desarrollo puesto que las desigualdades, la dependencia y la falta de cooperación entre los países se acentuaron.

La VI Asamblea Extraordinaria adoptó la Declaración y el Programa de Acción para el establecimiento de un nuevo orden económico internacional, que debía facilitar y acelerar el desarrollo del Tercer Mundo, así como una mayor participación de estos países en el comercio internacional. Este nuevo orden económico se fundamentaría en la justicia y la equidad.

Ese mismo año de 1974 pero en diciembre, la ONU adopta la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, cuya finalidad era la de fortalecer los precarios fundamentos legales, de proteger a los Estados débiles y de desprender la cooperación del ámbito de la buena voluntad para cristalizarlos en el campo del derecho internacional.

En septiembre de 1975 se realizó la VII Asamblea Extraordinaria de las Naciones Unidas que adoptó la resolución sobre “Desarrollo y cooperación económica internacional”. Por medio de esta resolución se definieron y se diseñaron un conjunto de acciones y políticas que debían ponerse en marcha en el marco de las organizaciones internacionales que integran el Sistema de las Naciones Unidas, para instaurar el nuevo orden económico internacional convenido durante la VI Asamblea Extraordinaria.

La OPEP celebra su primera cumbre, conocida oficialmente como la "Conferencia de Monarcas y Jefes de Estado de los países miembros de la OPEP", el 4 de marzo de 1975 en Argelia. Lo hace bajo el lema “La OPEP es el escudo del Tercer Mundo" y su objetivo  fue redefinir el papel de la Organización en un marco global de las relaciones Norte-Sur, a fin de alcanzar el nuevo orden económico internacional.

En este mismo contexto se celebró la IV Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en mayo de 1976 en la ciudad de Nairobi. Su objetivo principal estuvo centrado en una mejor estructura del comercio internacional que permitiese una mayor participación de los países en desarrollo. Por lo tanto, se puede afirmar que su propósito lo alcanzó al adoptar el Programa Integrado para los Productos Básicos, que posteriormente fue puesto en marcha a través de la propia organización, y el cual mejoró la relación de intercambio del Tercer Mundo al evitar las fluctuaciones excesivas de los precios internacionales de estos productos.

La reunión económica más importante celebrada durante este período fue, sin lugar a dudas, la Conferencia sobre Cooperación Económica Internacional, iniciativa del Presidente Giscard d'Estaing, que pretendía, en una primera instancia, sentar entorno a una mesa de negociación a los países productores y consumidores de energía, razón por lo cual se celebró en Paris entre 1975 y 1977. Esta conferencia sin precedentes en la historia, reflejaba una nueva realidad internacional y tenía por objeto tratar de la cooperación económica internacional a través del diálogo entre los países desarrollados de economía de mercado y los países del Tercer Mundo. La OPEP desempeñó un importante papel en este encuentro al poner a la disposición de los países en desarrollo un instrumento negociador tan importante como el petróleo.

Según el Tercer Mundo, de esta conferencia debía emerger un conjunto de compromisos, acuerdos y decisiones tendentes a modificar el estado de las relaciones económicas internacionales y permitir la implantación del nuevo orden económico internacional convenido en Nueva York en 1974. Para los países desarrollados, era importante asegurarse una mayor participación en decisiones autónomas como las de la OPEP y no introducir cambios fundamentales al sistema económico internacional del momento. En definitiva, se puede colegir que ninguna de las partes alcanzó los objetivos perseguidos a la luz de los limitados resultados obtenidos.

En conclusión, durante la década de los setenta se pasó de  la polarización Este –Oeste a la confrontación Norte – Sur. La primera era de carácter geopolítico, mientras que la segunda obedeció a reivindicaciones económicas y a la búsqueda de una relación internacional fundada en la justicia y la equidad.

 Venezuela desplegó una activa y solidaria acción internacional en favor de los intereses de los países del Tercer Mundo,  y en el establecimiento de una cooperación Sur – Sur más efectiva.  Sin desconocer la voluntad política mostrada al respecto por los Presidentes Carlos Andrés Pérez y Luis Herrera Campins, la política exterior que tanto prestigio internacional dio a nuestro país no hubiera sido posible sin la presencia del Doctor Manuel Pérez Guerrero, quien fuera Secretario General de la UNCTAD (1969 – 1974), copresidente de la Conferencia sobre Cooperación Económica Internacional (1975-1977), Ministro de Estado para Asuntos Económicos Internacionales (1974-1979) y Asesor de la Presidencia de la República durante buena parte del gobierno de Luis Herrera Campins. Es uno de los contados casos, en la historia contemporánea de Venezuela, de continuidad político-administrativa que redundó en la defensa y promoción  de los intereses de la República.












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