domingo, 23 de octubre de 2011

Una evaluación preliminar

Fernando Gerbasi



Dos giras han tenido lugar durante los últimos días por varios países de nuestro continente. Una previamente establecida la realiza el Preside George W. Bush por Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México, para tratar de  fortalecer las relaciones con la región, y constituye, sin lugar a dudas, referencia obligada durante estos días y quizás también lo será a mediano plazo. La otra, improvisada y no prevista y cuya motivación principal es contrarrestar los efectos de la primera, la lleva a cabo el Presidente Chávez por Argentina, Bolivia, Nicaragua, Jamaica y Haití, sin autorización alguna por parte de la Asamblea Nacional tal como lo obliga la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

El Presidente Hugo Chávez, cuya línea maestra en materia  de política exterior, ha sido la de promover el mundo multipolar fundado en la lucha contra el imperialismo, personalizado, en su criterio,  en el Presidente de los Estados Unidos de América, no podía dejar escapar la ocasión para emprender una gira anti-Bush por varios países de la región. Además, y aunque hay contradicción en la justificación de la gira y de los actos realizados en el estadio de Ferro, zona popular de Buenos Aires,  cuyo financiamiento corrió a cargo del Gobierno de Venezuela,  se ha querido presentar el viaje del presidente del norte como una acción para contrarrestar la “creciente” influencia continental de Chávez. Este no es ni puede ser el objetivo de la gira de Bush; en esta inexactitud de percepción y análisis oficial han caído comentaristas y periodistas nacionales y extranjeros. La verdad es que nada ha dicho el Sr. Bush sobre el Sr. Chávez y no es que le cueste nombrarlo es que no le interesa. Esta actitud, sin que quepa ninguna duda, ha tenido efectos psicológicos adversos en el Jefe de Estado venezolano provocando en él  ira contenida.

Desde el punto de vista mediático la cobertura de ambas giras ha sido importante pero con claras desigualdades a favor de la de Bush. En el caso específico de la manifestación bonaerense, ésta no fue trasmitida por ningún canal de televisión argentino aunque los venezolanos pudimos apreciarla a través de una cadena; y fue reseñada solamente  en la prensa venezolana y en la argentina, y en la primera plana de un periódico importante del continente: el cubano Granma.

Ciertamente Chávez aprovechó y firmó acuerdos en Argentina, Bolivia, Nicaragua, Jamaica y Haití. Logró avanzar, con Argentina y Bolivia, en la constitución del Banco del Sur. Realizo importantes donaciones solidarias a los damnificados por el fenómeno del Niño en Bolivia. A pesar de todo ello, no logró su meta principal, una clara  adhesión política a su campaña antinorteamericana por parte de los Jefes de Estado de los países visitados. Tal es el caso que el Presidente Morales, uno de sus más cercanos aliados,  no lo acompañó en el estadio de Ferro como lo había invitado la inefable señora Bonnafini; tampoco,  en sus discursos en las ciudades de Trinidad y de El Alto, atacó a Bush. Y más significativo aún, su vicepresidente Álvaro García, quien ejercía la presidencia interina en su ausencia, señaló lo siguiente: “Me parece una buena señal que el presidente Bush se preocupe más del sur y esté más cerca del continente”, y agregó que la gira de Bush debería servir “para dar un giro de timón y reconducir un mejor acercamiento de Estados Unidos con Latinoamérica”.

En un balance preliminar se puede afirmar que el Presidente Chávez o no contó con el debido asesoramiento para programar adecuadamente su viaje y dosificar su discurso o no midió las consecuencias. Para muchos, con este periplo pierde credibilidad, Venezuela tiende a aislarse más del mundo de las inversiones y del comercio internacional y aporta pocos beneficios tangibles a nuestro pueblo.

Por su parte, el presidente Bush logra reconocimiento regional y también en su propio país independientemente de que el paso que dio lo diese tardíamente y en momentos en que su popularidad está por el suelo. Su trato muy personal y afable con Lula, Tavaré Vásquez y Álvaro Uribe pone a  estos lideres latinoamericanos en una perspectiva muy diferente a la de Hugo Chávez frente al mundo civilizado. Ciertamente, el más favorecido por esas circunstancias, es Lula quien se coloca y coloca a Brasil como el verdadero interlocutor fundamental dentro de la América Latina, tanto para los Estados Unidos como para otros países, en especial desarrollados. Lo alcanzado en materia energética, que representará ingentes ingresos para la nación suramericana -  pues la tecnología del etanol la viene desarrollando desde hace más de veinte años y tal es el caso que hoy en día mueve el 70 por ciento de su parque automotor – es, sin lugar a dudas, un peligro a largo plazo para las exportaciones petroleras venezolanas hacia el mercado norteamericano. Este acuerdo va también en la dirección señalada por Bush que propugna una menor dependencia en el consumo de petróleo por parte de la sociedad norteamericana. Brasil también se coloca a la vanguardia en las negociaciones Doha con el acuerdo alcanzado en la materia,  que persigue acelerar el proceso para desbloquear el impasse en que se encuentran como consecuencia de las rígidas posiciones mantenidas, en materia de subsidios agrícolas, los Estados Unidos y la Unión Europea.

Bush logra consolidar la alianza con Uruguay en materia de comercio y fortalece las relaciones privilegiadas que su país mantiene con Colombia. Uribe recibe un fuerte espaldarazo en su lucha contra el narcotráfico y consecuentemente contra la guerrilla que se nutre de este comercio.

No todo esta dicho sobre estas giras y habrá que continuar evaluando el efecto de una y otra, pero de lo que no cabe duda fue que una respondió a un giro en la política de Estado de un país y la otra pudiera ser calificada de la gira del  despecho.











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