domingo, 23 de octubre de 2011

Revueltas, Revoluciones y las Redes Sociales.

Fernando Gerbasi

Todos vimos con asombro e inusitado interés como desde inicios de este año un conjunto de revueltas y revoluciones se han producido en distintas partes del mundo, y cómo Twitter y Facebook no trasportan sólo el ocio entre los jóvenes, sino que por esas redes sociales circuló y circula  algo más que eso, mensajes con efectos políticos aún impredecibles.

En la década de los sesenta del siglo pasado, Marshall Mac Luhan desarrolló sus teorías y sus observaciones sobre las comunicaciones planetarias. Fue él quien por primera vez habló de la “aldea global” (the global village). El investigador canadiense señalaba que la presencia contundente y masiva de los medios internacionales de comunicación y su desarrollo electrónico convertirían al planeta en una aldea que compartiría los mismos contenidos informativos.

Es una realidad que durante el Siglo XX se vivieron avances muy importantes en el desarrollo tecnológico, esencialmente en aquel relativo a una mejora sustancial de las computadoras. Ello permitió, entre otras cosas, el impresionante desarrollo del Internet, y que se pudiera hablar de una “sociedad global de la información”,  a partir del momento que el propio Internet permitió un intercambio activo de la información, no importando las distancias, ni las fronteras. El advenimiento  de este siglo trajo lo que comúnmente conocemos como las redes sociales que permiten que las personas interactúen en tiempo real, independientemente de dónde se encuentren, país o región del mundo.

Sin embargo, a pesar de estos avances, el número de usuarios de Internet sigue concentrado en los países desarrollados. Estadísticas correspondientes al 31 de marzo de 2011 nos indican la siguiente penetración de Internet a nivel de las regiones geográficas: Norte América,   73,9%; Oceanía/Australia, 60,1%; Europa, 50,1%; América Latina y el Caribe, 30,0%; Medio Oriente, 23,7%; Asia, 18,5% y África, 6,7%.

En lo que va de año hemos vivido un ciclo de cambios políticos, quizás aún inconcluso,  en los países árabes del norte de África y otros del Medio Oriente, que para muchos son consecuencias directas del uso masivo del Internet y de las redes sociales. Tal es el caso que Wael Ghonim, ejecutivo de Google, y quien estuvo a la base, por sus comentarios en Twitter y en Facebook, del gran movimiento revolucionario egipcio, ha dicho que “Si quieres liberar a una sociedad, dale Internet". Esta receta, es compartida por aquellos que consideran que las revoluciones populares que han depuesto a los Gobiernos de Túnez y Egipto, y más recientemente al de Libia y amenazan con derrumbar a otras tiranías semejantes en Siria, Bahréin, Yemen, constituyen la prueba fehaciente de que el poder emancipador de las nuevas tecnologías de comunicación es real.

En  Túnez, país que tiene una población de unos diez millones y medio de habitantes, al 31 de marzo de esta año alrededor de tres y medio de ellos utilizaban el Internet,   lo que representaba una penetración del 33,9%. Al mismo tiempo en Egipto, con una población mayor pues cuenta con ochenta y dos millones de habitantes, unos veinte millones disponen de Internet lo que constituye una penetración del 24,5%. Este no es el caso de Libia y Siria.  El primero de estos países tiene seis millones y medio de habitantes, unos trescientos cincuenta mil acceden al Internet lo que representa una penetración de tan sólo el 5,4%; mientras que Siria se encuentra en una situación algo mejor pues la penetración del Internet a nivel de la población de ese país es del 19,8%, en Bahréin del 53,5% y en Yemen del 9,7%. Cifras dispares.

No cabe duda que la Primavera Árabe fue un hito histórico y que así como la revolución luterana se apoyo en los cambios que trajo consigo la imprenta, las revoluciones de los países árabes del norte de África se apoyaron en las redes sociales para favorecer los levantamientos sociales así como para organizarlos rápidamente.  Si bien Twitter y Facebook facilitaron la transmisión del mensaje no pueden ser considerados la causa de las revueltas. Las redes sociales fueron, simplemente, una de las herramientas más potentes utilizadas para cohesionar el mensaje, particularmente en Túnez y en Egipto.

Según el propio creador de Facebook, Mark Zuckerberg, “Las revoluciones árabes recientes no han existido gracias a Facebook. Pensar eso sería arrogante e irreal. Se han dado porque la gente se ha hecho con las riendas de su destino. Aunque Internet ha ayudado, claro.” (e-G8 Forum. The Internet: Accelerating growth. Paris 24-25 de mayo de 2011)

 O como nos señala el filósofo español Eduardo A. Prieto: “Para cambiar la realidad no basta con aprovechar las ventajas que la rapidez y la relativa seguridad de la comunicación digital suponen para constituir la opinión pública, sino que esta debe acompañarse necesariamente de la fuerza de la masa ciudadana, dispuesta a ejercer la violencia sin desprenderse, en ningún momento, del aura de la que todavía gozan los cuerpos en la época de su presunta reproductibilidad técnica. Son ellos, no Twitter ni Facebook, los que están derribando a las dictaduras. “

Es interesante constatar que  todo este movimiento que terminó con los gobiernos de Alí (27 años en el poder), Mubarak (30 años gobernando) y más recientemente Gadafi (42 años de autocracia), no tienen tanto que ver con la miseria, el desempleo y el analfabetismo reinante en varios de esos países, pero  si con el deseo de los ciudadanos de disponer de sus vidas y de acabar con la humillación sistemática a la que les sometían  Gobiernos dictatoriales, autocráticos, militaristas y nepóticos. Como elemento novedoso dentro del mundo árabe es la constatación que  estas revoluciones  han buscado directamente derribar a los gobiernos sin proclamarse antiamericanas o  anti sionistas como movimientos similares lo hicieron en el pasado. Por otra parte, esta búsqueda de una mayor libertad en el mundo árabe debe preocupar, particularmente por sus consecuencias geopolíticas, a Irán e Israel y también a los Estados Unidos que verán erosionada su hegemonía sobre esos países.

Más recientemente hemos vivido revueltas importantes en otros países que conviene señalar, como es el caso de España e Israel, en las que las redes sociales también han desempeñado un importante papel en la convocatoria. El 15 de mayo del año en curso, un movimiento de reciente data, Democracia Real, inspirados en las revoluciones árabes  y  antes de ellas en las revueltas de los estudiantes en Grecia por la crisis económica, convocó, a través de las redes sociales,  a una serie de protestas pacíficas en España a fin de  manifestarse a favor de una mayor democracia más participativa, distinta a la que le proponen los dos partidos políticos principales de ese país, el PSOE y el PP, así como contra el dominio  y omnipresencia de los bancos y grandes corporaciones. Igualmente exigían una verdadera división entre los poderes que constituyen el Estado. Este movimiento luego se conoció como 15-M, y posteriormente de los indignados.

Lo que viene ocurriendo en España es una crítica a la democracia formal europea. Desde hace ya tiempo se viene hablando en la Unión Europea del déficit democrático,  lo que hace que sus instituciones estén alejadas de los ciudadanos. Podemos concluir que mientras en el mundo árabe la razón fundamental de las recientes revoluciones ha sido y es a favor de la democracia, el movimiento de los indignados en España lo que tiene es una propuesta regeneradora y transformadora, que le exige realidad a la democracia, porque al ciudadano le sobran circunstancias pero le falta democracia.

Durante el último mes Israel ha sido objeto de revueltas, un país en el que tales manifestaciones parecían impensables. Sábado tras sábado los ciudadanos manifiestan. Más de un cuarto de millón de ciudadanos se fueron a las calles de ciudades de todo el país. Protestan contra el alto costo de la vida y las injusticias sociales. Critican la “creciente brecha entre ricos y pobres, y la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos”. Los organizadores del movimiento, que han utilizado las redes sociales  para convocarlo,  presentaron al gobierno un pliego petitorio que incluye vivienda accesible, educación gratuita, derechos económicos para las mujeres y eliminación de la carga tributaria para israelíes ordinarios.

Podemos apreciar, como escribió Moises Naim en su artículo de El País del 14 de agosto, que hoy en día a uno le pueden hacer el siguiente planteamiento sin dar la respuesta correcta: “Seleccione el país de donde proviene la siguiente noticia: "En las últimas semanas, calles y plazas han sido tomadas por miles de personas que protestan contra el Gobierno y por la situación del país. En algunos lugares, las manifestaciones se han tornado violentas". Las opciones son: Azerbaiyán, Chile, China, España, Filipinas, Grecia, Indonesia, Israel, Portugal, Reino Unido, Rusia, Tailandia. La respuesta es fácil: en todos. Y la lista podría, por supuesto, incluir Bahréin, Egipto, Jordania, Marruecos, Libia, Siria, Túnez o Yemen.” Y agrego, en todos, ciertamente, las redes sociales han sido la herramienta fundamental para convocar la reacción de los ciudadanos.

Concluyo que a pesar de todo, que  solo las mujeres y hombres que se llenan de coraje, fuerza y determinación, son quienes producen los cambios que la sociedad exige: derrocan gobiernos autócratas, cambian políticas y asumen nuevos retos de libertad.

Fue un acto físico, brutal, ejercido sobre su propio cuerpo y no los intercambios de mensajes entre personas anónimas de las redes sociales, el que prendió la llama en Oriente Próximo. Era un joven vendedor callejero, de nombre Mohamed Buazizi, que se auto inmoló para protestar porque la policía le había arrebatado el carrito de verduras con el que se ganaba la vida.







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